Parece que hoy en día estamos empeñado en forjar una historia virtual e incluso una España inventada. La historia es lo que fue y no hay más. La vida se desarrolla como una partida de cartas, es decir, de forma oportunista, que es la forma en que actúa el ser humano cuando se ve en situaciones límite. El sentido común parece que esta de crucero o de vacaciones todos los días.
España es ese largo etcétera donde siempre hemos cabido todos. España es familia, religión, lengua, tradiciones, campo, ganadería, caza, pesca, valores y principios. España es lo que el progresismo rencoroso y totalitario denosta. Decir que España es plurinacional es negar la existencia de su historia y de la patria como sujeto soberano además de una estupidez. España es un país de regiones con diferencias provocadas por su orografía. España es España. No hay más y es lo que nos gusta a todos los españoles, no queramos engañarnos ni engañar. Si existiera otra España algunos podrían irse y nos dejarían tranquilos.
Los que dicen que estuvo muy bien votar a Ucrania por solidaridad supongo que ya se estarán organizando para que gane la próxima Eurocopa sin importar los goles que metan. De momento está en cuestión la votación de seis países y en el aire muchas cosas más. Los refugiados ucranianos piden regresar por falta de ayudas, todo lo prometido ha quedado en la nada muy progresista. Las familias están asumiendo el peso de la crisis humanitaria mientras las administraciones se desentienden y los de Ucrania se quejan de que les mandamos botas. De todas formas el resultado da que pensar en qué mundo vivimos y cuántos tongos nos quedan por vivir. Parecía que con la plandemia íbamos servidos pero no tienen bastante. El estado se enfrenta en los tribunales a demandas millonarias de empresas que tuvieron que cerrar a raíz del confinamiento que a posteriori fue declarado inconstitucional. Tendremos que hacer un referéndum con nosotros mismos para sacar el cien por cien que opine igual para quedarnos conformes un rato. Al menos si somos una minoría de uno solo, la verdad seguirá siendo la verdad.
Cuando un progresista pide respeto, en realidad te está pidiendo silencio, cuando te pide moderación te está mandando callar y cuando te dice que el mensaje produce crispación y odio, está diciendo que no tienes derecho a expresarte. Ya no sabemos lo que es real ni lo que es mentira ni por dónde van los tiros. El gobierno sigue sin enviar a Bruselas el plan para limitar el precio del gas, a pesar de haberlo aprobado en consejo de ministros a toda prisa y publicado en el BOE. Los combustibles siguen subiendo y se ve en el horizonte una próxima huelga de transporte que nos machacará las vacaciones pero seguiremos igual. En España no se pone colorada ni la cara de la Cibeles mientras seguimos haciendo las cosas chulísimas mientras parece que la pereza viaja tan despacio que la pobreza no tardará en alcanzarla.
Miguel de Unamuno afirmaba: "Sólo el que sabe es libre y más libre el que más sabe. Sólo la cultura da libertad. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas. No la de pensar sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura". Una política de fronteras abiertas no es sino una ilusión que no tiene cabida en un mundo donde el ente soberano es el estado nación que, por definición, tiene un territorio delimitado por unas fronteras y un concepto de nacionalidad y ciudadanía. Un viejo proverbio turco dice que "si un payaso se muda a un palacio no se convierte en rey, el palacio se convierte en un circo". La elegancia es la única belleza que nunca se desvanece, quién controla la elegancia se convierte en amo de sus almas. Lo mismo pasa con el miedo. Nunca hay que disculparse por ser correcto, por decir lo que hay o por estar años delante de nuestro tiempo.