La fortaleza y caminar del ser humano se incrementa en su conocimiento, en su sabiduría, en la confianza en aquellos que están bien formados, tienen una estructura bien formada y no te hacen dudar; pero, realmente, de estos hay pocos, muy pocos, cada vez menos, y los pocos que existen o no se dejan ver o los elimina la más miserable de las ponzoñas intelectuales que nos rigen.
Tan pronto observan a quien se rige por el camino de los valores, de los principios, que están dispuestos a levantarse tras cada caída, buscan el modo de dañarles más y más, de hacerles caer una y otra vez para, en su desesperación, contemplar que una y otra vez se levantan. No alcanzarán la gloria, no serán grandes, no obtendrán su recompensa, pero habrán creado un camino por el que otros pasarán, habrán creado una senda que, con el tiempo, se convertirá en la autopista por la que todos discurrirán.
Hoy vencen los mediocres, destruyen, o pretenden hacerlo, los valores, los principios, en un todo da igual, todo vale y da igual Juana o su hermana, lo importante es el dinero, el sexo, el poder… ¿para? Da igual, es lo de menos. Estos, hoy triunfarán, pero nunca serán luz, jamás crearán senda, en momento alguno serán capaces de construir para los demás un lugar mejor.
La política se ha convertido en un modo de destruir lo hecho hasta el presente, desdeñando lo bueno, lo muy bueno, que se ha hecho por nuestros padres, para dejarles un mojón a nuestros hijos, a los que les hurtamos la educación, les quitamos la dignidad, les damos el dinero, les robamos la nobleza, les robamos el alma y ni siquiera les dejamos el cuerpo, pues el tiempo se lo destroza y nada queda.
Nos faltan líderes que se rodeen de los mejores, que se dejen guiar por los que saben para desarrollar modelos de actuación que mejoren la vida de los ciudadanos, presentarlos, realizarlos y dar un paso atrás para que savia nueva vuelva a cumplir el ciclo sin adherencias perniciosas, sin acoplamientos indeseables, sin ápice de corrupción. Ser linternas en la noche, que una vez cumplida su misión dan paso al día, a nuevos reflectores, a tractores luminosos que construyan senda, que den paso a los caminos sobre los que construir las autopistas.
Recuperemos los viejos valores del amor, la lealtad, el esfuerzo, la verdad, la justicia, el respeto al ser humano, la libertad, la preparación y el estudio y apartemos de nuestras vidas esa obsesión desmedida por el dinero, por el parecer, por el sexo, por el poder, por el someter, por el mandar. Recuperemos del pasado lo bueno que tenía, construyamos sobre ello algo mejor y limpiemos de desgarramantas y destripaterrones que no tienen la micra de un mosquito en su cerebro, pero nos están destruyendo como sociedad, porque no todo vale, no da igual todo, no todo es lícito, ni todo es aceptable, ni relativo, existen bases sólidas e inamovibles que fortalecen al ser humano, la sociedad y la hacen crecer.
Ese planteamiento del “da igual” del “todo es relativo” elimina las zapatas, los cimientos de la sociedad y acaban con la metástasis cancerígena con la que finaliza este mundo de libertad, de humanidad y de crecimiento social, humano, intelectual y moral al que debemos de aspirar.
Eres un iluso, un estúpido que cree en los Reyes Magos. Sí, pero en lo que yo crea y lo transmita a los míos, cale en ellos y ellos crean cada grano, en su día hará granero y aquel que destruya un grano, que lo ennegrezca, lo único que conseguirá será crear distancia, vacío y no impedirá que otros granos crezcan y se haga el granero… despacio, lento, sólido y con un futuro cierto. Mejor iluso estúpido, que un canalla miserable que desea, crea y genera la nada y el hondo desesperar de la oscuridad.