El separatismo catalán no sólo ha logrado arruinar y dividir la sociedad catalana, también ha provocado un auténtico cisma en sus propias filas, que se enfrentan sobre cuáles son los próximos pasos del proceso rupturista de Cataluña. Además, con críticas fuertes entre separatistas que no se ocultan ni ante la opinión pública, lo vimos la semana pasada cuando el portavoz en el Congreso de la hispanófoba ERC, el diputado, Gabriel Rufián, llamó tarado al golpista y prófugo Carles Puigdemont, pese a que luego pidiera disculpas, obligado por su jefe.
La fractura es tan grande en el secesionismo, que no se descarta a día de hoy un adelanto electoral en esta región española, en la que ahora mismo se incumple la ley todos los días y está plenamente justificada la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española para restablecer el orden constitucional que nunca debiera haberse perdido.
De hecho, los separatistas de Junts ya están barajando el seguir o no en el Gobierno separatista de la Generalidad de Pérez Aragonès, y esto también es muy significativo, porque pone relieve también esa gran división en unas horas bajas para el separatismo catalán, al fin y al cabo son los hechos en política los que realmente importan, porque las palabras se las lleva el viento, y más en el turbulento e histórico momento en el que nos encontramos.