El pasado martes, el Ayuntamiento de Valladolid celebró un pleno extraordinario para debatir sobre el estado de la ciudad, en cumplimiento del Reglamento aprobado en el anterior mandato que establece la obligatoriedad de celébralo una vez al año, salvo en los años en que se celebren elecciones.
El pleno fue abierto, como es natural, con una extensa y plúmbea intervención del alcalde, quien a lo largo de su hora y media de intervención expuso la transformación que, por supuesto a mejor, ha experimentado la ciudad a lo largo de sus siete años de mandato. Previamente hubo una breve intervención de una representante de la Federación de Asociaciones de Vecinos Antonio Machado, uno de los habituales apoyos al equipo de gobierno.
Aquí, el alcalde comienza a engañar al personal: si el debate es anual, lo razonable es hablar de la transformación de la ciudad desde la celebración del debate anterior, no desde la época del Conde Ansúrez. Yo os invito a que paseéis por las calles y habléis con la gente de la transformación de la ciudad. Hablad con hosteleros, comerciantes, repartidores, taxistas… y hasta con los policías municipales, y así conoceréis la realidad de la transformación
Cualquiera que escuchara el discurso del alcalde sin conocer Valladolid, pensaría que aquí estamos viviendo como en Alicia en el País de las Maravillas, y que antes de llegar él al sillón de la alcaldía no hubo nada, y después será nuevamente el caos, salvo que él consiga repetir mandato. Cualquiera que le conozca no le creería una palabra. Y es que Oscar Puente cada día se parece más a su jefe y amigo el “presimiente” Sánchez, que de cada tres palabras que dice, cuatro son mentira.
A continuación tomó la palabra el portavoz de Vox que como es habitual en él descalificó al alcalde y desmontó buena parte de sus mentiras. Un sólo error al hablar de la no congelación de los impuestos y tasas municipales, que efectivamente lo están (el aumento de recaudación es producto de una mayor actividad), pero el IBI sí ha subido desde el primer año de la era Puente, al no corregir a la baja el factor municipal como hacíamos nosotros cada vez que subía el valor catastral.
Como era de esperar, en su réplica, el alcalde se dejó llevar de su incontenible soberbia descalificando personal y políticamente a García Bartolomé, que se refería a Puente como “futuro ex alcalde” y por supuesto a su partido. Desde luego yo no tendría ningún inconveniente en firmar su intervención con la salvedad señalada.
María Sánchez, como acostumbra, soltó una soflama cargada de ideología, abogando por el carácter público de todos los servicios y profetizando un futuro para Valladolid de ciudad equilibrada y amable, gracias al equipo de gobierno. Tuvo suerte porque a lo largo del pleno no se produjo ningún reventón… que se sepa. Como era de esperar, ninguna referencia a la consulta popular sobre el soterramiento que hizo IU en campaña. Por supuesto a la réplica del alcalde tan sólo le faltó terminar con un tierno beso.
Fernández Antolín recordó que el debate era una repetición de los debates que se desarrollan todos los meses en una versión resumida (salvo la exposición del alcalde), y llena de “luces”, pero con una ocultación descarada de las “sombras” de la gestión municipal. Incidió en el envejecimiento de la población y de la propia ciudad, del descenso de habitantes, de la huida de los jóvenes, y el crecimiento vegetativo negativo y la ausencia del dinamismo económico. Hizo una interesante exposición de las barreras que dividen Valladolid, (el Pisuerga y las vías del tren), en tres sectores de edad de población y situación social deferentes. Intervención que tampoco tendría inconveniente en suscribir.
Pilar Del Olmo acertó con su intervención, pues superado el error de renunciar al soterramiento en su primera intervención en el Pleno “porque habían ganado los que no lo querían” después de desmotar las mentiras del alcalde, se ofreció a ayudarle a buscar financiación para el soterramiento e incluso le invitó a romper el pacto con VTLP con el compromiso del Grupo Popular de dejarle terminar el mandato. De alguna forma reconocía que la negativa al soterramiento es más de Saravia que de Puente. Por supuesto la respuesta del alcalde fue el más absoluto desprecio a las ofertas populares. Otra vez, a imagen y semejanza de su sanchidad.
Cerró el turno de portavoces “Pedro Navaja”, quien una vez más hizo honor al sobrenombre que le puso acertadamente Toño Bermejo. Además de la adulación a su jefe y de inventarse un montón de datos y supuestos logros municipales, y de despreciar a todo aquel que no coincide con él. Con este personaje siniestro no voy a perder un minuto.
En resumen, un pleno plúmbeo, repetitivo, en el que el alcalde sé apuntó éxitos propios, (muy pocos), y ajenos,(la mayoría),y olvidó muchas promesas incumplidas, como le señaló Fernández Antolín: el soterramiento, compromiso adquirido ante notario y reiterado en las campañas electorales posteriores, hasta qye Sarabia le conminó, o conmigo o con el soterramiento, olvido por padre de todos del prometido Parque de San Cristóbal que iba a competir con nuestro Parque de las Contiendas, más de ocho millones de euros invertidos en la adquisición del Colegio del Salvador para la construcción de una Ciudad de la Justicia de la que no existe ni proyecto siete años después, y que de haber seguido adelante con nuestro proyecto hoy estaría terminada y funcionando con un coste cero para el Ayuntamiento que además tendría un espacio para albergar la Comisaría de Policía Municipal del distrito centro y un centro social.
Presume de haber aumentado el patrimonio municipal habiendo adquirido la primera planta del Claustro de las Francesas, el Teatro Lope de Vega y el Convento de las Catalinas, tres espléndidos espacios en el casco histórico con los que no saben qué hacer pero que a la larga supondrán un incremento importante del gasto corriente municipal. Por cierto, señora Sánchez, el Ayuntamiento no “recupera” el Teatro Lope de Vega porque nunca fue de propiedad municipal. También presume de haber incrementado la plantilla municipal, (funcionarios, laborales y eventuales), mientras yo presumo de haber hecho lo contrario sin detrimento alguno del funcionamiento del Ayuntamiento.
Insiste en que la movilidad en Valladolid ha mejorado notablemente con la proliferación de ciclo carriles, carriles bici, carriles bus y adquisición de nuevos autobuses, a pesar de lo cual AUVASA sigue perdiendo viajeros y dinero. Pero como el dinero público no es de nadie… en fin, los vallisoletanos sabemos y sufrimos las mejorías en el tráfico urbano.
También olvidó hablar del destrozo que para el casco histórico han supuesto los colorines con los que ha decorado el firme de muchas de sus calles y que hoy trasmiten una sensación de suciedad generalizada, el desastre de las cubiertas vegetales del Campillo y la Plaza de España, los jardines volantes de la calle de Santa Maria, el muro vegetal de la vergüenza del Paseo del Hospital Militar o la horterada de las macromacetas con las que ha inundado las plazas de la ciudad, tras olvidar dar una mano de pintura a los bancos de madera de parques, plazas y calles que ofrecen un aspecto lastimoso.
En definitiva, Oscar Puente como Pedro Sánchez está convencido de que todo lo hace bien y que los equivocados son todos los demás, algo que tuvo oportunidad de comprobar personalmente en las celebraciones del ascenso del Pucela a la vista de la tremenda “ovación” que le tributaron los miles de asistentes a aquellos festejos cuando intentó hacer uso de la palabra…
Y por hoy ya está bien y eres tú, vallisoletano quien debe decidir si el estado de la ciudad es hoy mejor que hace un año, que hace tres años, o del que heredó Oscar Puente en el 2.015. Solamente me queda recordarle que quien gobierna debe respetar y hacer respetar las leyes y en Valladolid sigue sin respetarse el Código de la Circulación por bicicletas y patinetes.
Hasta el viernes que viene.