Alguien me hizo el otro día la pregunta del millón: ¿Habrá nuevas elecciones autonómicas en Castilla y León en 2023? Y es que la rotunda victoria de Juanma Moreno en Andalucía ha cambiado todas las perspectivas.
Si los resultados electorales en Andalucía hubieran permitido a Vox forzar al PP a un gobierno de coalición, el caso de Castilla y León formaría parte de la nueva normalidad política que iría implantándose paulatinamente en España.
Sin embargo, la abultada victoria de Moreno en Andalucía ha convertido el pacto de gobierno PP-Vox en Castilla y León en la excepción, en una extravagancia política.
Andalucía ha servido para que Alberto Núñez Feijóo se reafirme en su tesis de un PP moderado que resulte útil a la sociedad y para poner de manifiesto que el PP es capaz de gobernar en las autonomías y en España con sus propias fuerzas, es decir, sin necesidad de pactar con Vox.
Si todo discurre según lo previsto, la próxima cita electoral de los españoles serán las municipales de mayo de 2023. El ámbito municipal es quizás el terreno donde más cómodo se siente el PP. A lo largo de los años, los populares han conseguido tejer en el mundo rural una compleja red política que le permite presentar candidaturas en la práctica totalidad de los pueblos. Un vasto entramado al que solo consigue acercarse el PSOE, pero del que están a años luz de distancia otros partidos, como Podemos o Vox. Al menos esto es lo que sucede en Castilla y León.
En Castilla y León, Vox ha sido un partido político al alza (veremos si sigue siéndolo a partir de ahora). Es probable que en las elecciones municipales siga cosechando buenos resultados gracias a la ola ascendente que lo viene impulsando, pero no logrará presentar candidaturas en todos los pueblos. Se limitará a presentar listas en las capitales y en los pueblos más grandes.
Es decir, en las municipales el PP saldrá a jugar con mucha ventaja. Si se hacen coincidir las autonómicas con las municipales, el gran beneficiado será el PP, que tiene muchas posibilidades de mejorar los resultados de las autonómicas del pasado mes de febrero.
Sin embargo, una nueva convocatoria de elecciones autonómicas exigirá que Mañueco disuelva nuevamente las Cortes de Castilla y León un par de meses antes, es decir, a finales del próximo mes de marzo.
Otro problema sería a quién propondría el PP como candidato a presidir la Junta de Castilla y León. Alfonso Fernández Mañueco no parece ya la persona adecuada después de dos intentos, en los que ha conseguido la presidencia de la Junta, sí, pero nunca por mayoría absoluta, sino mediante pactos, primero con Ciudadanos y ahora con Vox.
A primera vista, no parece que a Alberto Núñez Feijóo le convenga presentarse a las generales con el lastre del pacto PP-Vox en Castilla y León, convertido en excepción por el PP andaluz. La jugada audaz de unas nuevas elecciones autonómicas en Castilla y León, con el viento soplando a favor del PP, no sería algo descabellado.
El principal escollo sería el propio Mañueco. Primero habría que convencerlo para que vuelva a disolver las Cortes de Castilla y León y luego ofrecerle una salida que compense su renuncia a presidir el nuevo gobierno regional.
Si todas esas premisas se cumplen, habría que buscar luego a un candidato/a que sea garantía de éxito para el PP de Castilla y León, un escollo nada fácil de resolver. Un Juanma Moreno en versión cidiana que consiga para los populares la mayoría absoluta necesaria, que tan lejos ha dejado Fernández Mañueco.
Así pues, la pregunta de si habrá o no nuevas elecciones autonómicas en Castilla y León en 2023 tiene dos posibles respuestas. A Alberto Núñez Feijóo le conviene que se celebren. Concurriría así a las elecciones generales de finales de 2023 o principios de 2024 liberado del estigma de Vox en Castilla y León. Lo de Fernández Mañueco es bastante más complicado. A buen seguro, su pensamiento será “virgencita, que me quede como estoy”.