Nuestro presidente hace un viraje hacia la izquierda tras su ejercicio de centrismo en la cumbre de la OTAN. No es el primer ejercicio de contorsionismo político ni será el último. Él sabe que para cumplir con sus compromisos atlánticos necesitará del apoyo del PP, dada la furibunda oposición de sus socios de Gobierno y demás aliados de legislatura. Una concesión, ésta, que tiene un precio, al menos de imagen, así que debe posicionarse de nuevo a la izquierda, donde le esperan los votantes del socialismo más conspicuo.
Por eso no es de extrañar que en días sucesivos, en la cadena SER y en la Sexta, haya narrado cómo le odian la derecha y la extrema derecha, partidos no autónomos que se pliegan a “poderes ocultos” que tienen “Intereses oscuros”. En esa conspiración estarían también, por supuesto, las “terminales mediáticas” de los señores con puro, frente al progresismo de las políticas sociales de su Gobierno en favor de los débiles.
Es decir, para que vean que soy de izquierdas, más bien la auténtica izquierda, lo mal que hablan de mí en ciertos medios y cómo intentan arrastrar a la gente por ese camino y evitar así que ayudemos a los más vulnerables.
O sea, que no hay izquierda más que la suya y que lo de la OTAN es una concesión porque el malvado Putin se puso a agredir sin más a Ucrania y a eso tampoco hay derecho. Y en una magistral jugada se quitó de en medio a la ministra podemita Irene Montero y la mandó a hacer turismo a Nueva York, gastos pagados, en el Falcon presidencial con sus amigas. El mensaje está claro: fíjense si son burguesas esas señoras que prefieren un viaje de placer a cuenta del erario público a defender sus posiciones contra el Gobierno del que forman parte.
Así que Pedro Sánchez no quiere perder por la izquierda lo que gane por su derecha y viene a decir que contra él todo vale y que sus rivales no son demócratas, sino conspiradores en cuartos oscuros en los que planean cómo deshacerse de él. La suya, pues, es toda una declaración de intenciones en la que no cuentan los votos, sino la maldad de los que los manipulan cuando él pierde.