Que los incendios no son culpa del gobierno de turno, es evidente… bueno no tan evidente, sólo si el gobierno es de la izquierda, pues si el gobierno es de la derecha organizaremos un “nunca más”, la culpa de la Junta o simplemente acudiremos a sus sedes y les llamaremos “asesinos”; pero, salvo esa pequeña diferencia, lo cierto es que los incendios no son directamente responsabilidad del gobierno.
Del gobierno de turno es la responsabilidad de no tener planes de actuación ante las crisis, del tipo que sea, y así, no los hay frente a pandemias, no hay un plan energético nacional, ni un plan hidrológico, ni un plan sismológico, ni un plan de riesgos atmosféricos o crisis humanitarias, no hay planes de actuación frente a desastres ecológicos, ni hay previsión efectiva de incendios.
La primera, y más eficaz prevención, es tener el monte limpio, cuidado y con actuaciones permanentes de actividad cinegética y preventiva, lo que en su día hacía un organismo extinto denominado ICONA, que seguro que tenía muchos defectos, pero mantenía una estructura de limpieza de los montes, de educación, de respeto a los montes y sus hábitats, con intervenciones en todos los colegios, con intervenciones y programas de concienciación, etc. que, desde que montamos los distintos gobiernos autonómicos, se destruyeron, se criticaron y se dejaron de adoptar esas medidas… faltan cabras en el monte, faltan brigadas de limpieza, faltan retenes de prevención… faltan…. Programas efectivos de actuación y colaboración unitaria.
Las autonomías son la solución, según algunos, pero lo cierto es que, no existiendo un programa nacional de prevención de incendios, ni un modelo general de acción pública, los pocos que existen en las comunidades, funcionan en aquellos que tienen una gran experiencia, véase Galicia, pero obtenida a coscorrones que se quedan en su cabeza, pues no desarrollan esa experiencia en Castilla o en Cataluña, donde lo ven como si no fuera con ellos.
Vivimos un tiempo en el que la legislación, la organización social y la política, exigen programas de actuación de prevención de riesgos laborales, de riesgos sociales, de … todo tipo de riesgo en las empresas, a las que se les exigen importantes responsabilidades que llegan, o pueden llegar, hasta la “pena de muerte” de la empresa, que se puede ver obligada a su disolución y liquidación; pero, esa misma política preventiva y de accountability no se deduce respecto a los máximos responsables de la vida pública que, como cobardes y miserables, exigen a sus “perritos sin alma” los más altos estándares de prevención, mientras ellos se limitan a echar basura a diestro y siniestro sin asumir la más mínima responsabilidad, no digo yo ya culpa.
Entre tanto, muchos burócratas, muchos caretos de plexiglás en el papel cuché, mucho viaje a ver el desastre, abrazos a los héroes, pero poco asumir responsabilidades, poco desarrollar programas de prevención, poca humildad y mucha soberbia bien retribuida para, con ella, no ya dejarnos en la ruina más absoluta en lo económico, sino también dejarnos un patrimonio ecológico destruido, mientras se aplican políticas “verdes” que no tienen un efecto mundial que no alcanza el 1%, pero nos hunden en la miseria… en definitiva, la falta de previsión, de planificación y, sobre todo, de humildad que permita aceptar el error y asumir responsabilidad, ni de los unos, ni de los otros, ni de los que venían a cambiar la forma de hacer política, que se esconden tras los atriles de la foto o del sillón del cargo.
La mejor política verde es defender nuestro patrimonio ecológico, nuestros montes, nuestros campos, mantenerlos limpios, cuidarlos, protegerlos y transmitir esa cultura del respeto a todos los ciudadanos, luego podrás tener un coche eléctrico o de gasolina, que por más que se empeñen no afecta al medio ambiente ni la décima parte de un pequeño incendio de verano o de invierno.
Basta ya de demagogia barata, de postureo estúpido y de verdes o verderinos chorras e inválidos, y comencemos a querer lo que es de todos, respetar lo que es de todos, defender lo que es de todos y proteger lo que es de todos, evitando los incendios y planificando modelos de acción inmediata que reduzca sus consecuencias.