Lo malo es que no tenemos dinero. Y cada vez, menos. Mientras escribo este artículo, la inflación sigue haciendo de las suyas y cada cifra del PIB que le llega al Gobierno es peor que la previsión anterior. Y por si no faltase nada para el estropicio, lo único que se le ocurre a nuestros gobernantes es crear nuevos impuestos, en vez de bajar los existentes.
Lo que no disminuye, en cambio, son las subvenciones a asociaciones a cuál más peregrina. Para ilustrarlo, un amigo me hace llegar las disposiciones del BOE de hace algún tiempo, con lo que demuestra que el tema no es de hoy, pero sí desde que está en el poder el Gobierno de coalición que pretende salvarnos de nosotros mismos.
A falta de dinero para prestaciones sociales de primera necesidad, nuestro Consejo de Ministros ha concedido una subvención directa de cerca de 200.000 euros a la “Federación de Mujeres Progresistas”, y para que no se sientan discriminadas una de menor cuantía para la “Asociación de Mujeres Progresistas Victoria Kent”.
También hay dinero, por supuesto, para la “Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales”. Y, aunque ya estén generosamente dotados los Sindicatos en los Presupuestos Generales, les toca asimismo una partida a la “Unión Estatal de Jubilados y Pensionistas de UGT”. La misma cuantía, para que no se diga, le corresponde a la “Federación Estatal de Pensionistas y Jubilados de CCOO”.
Así podríamos seguir un buen rato con gastos que ni resuelven problemas perentorios de la sociedad ni son productivos. No tenemos, pues, dinero, como decíamos. Y el poco que nos queda no lo destinamos a aumentar nuestro bienestar. Dentro de poco, y pese al incremento de la presión fiscal, tendremos que apretarnos el cinturón, sobre todo porque la Unión Europea no nos quitará el ojo de encima. ¿Qué gastos creen que van a rebajarse en dicha hipótesis? ¿El de las prestaciones arriba señaladas? ¡Quía! El dinero público, como puede comprobarse, está para el amiguismo y la demagogia. Y así nos va.