No tendrás nada y serás feliz. No es más que el reflejo de la sociedad donde vivimos. Vivimos el mundo al revés. Vuela la sensación que las personas saben el precio de todo pero ya no saben el valor de nada. La memoria colectiva es escasa, y poco efectiva, a pesar de las no leyes que se nos imponen, aunque siempre subyacen ciertas estructuras mentales. La rapidez con la que se suceden los acontecimientos y los escándalos hace que no puedan fijarse los acontecimientos en el subconsciente lo positivo y lo negativo de lo que ocurre y recordarlo para mejorar. Se sabe todo sin recordar mucho.
Muchos han llegado cortos de equipaje y dijeron que cuando se fueran lo harían de la misma forma. Máxima del poeta que les otorgaba una supuesta legitimidad de la que carecían los otros. Pero la legitimidad debe ser bien administrada pues es un cheque en blanco que otorga la ciudadanía a quien gobierna durante un determinado tiempo, pero durante su transcurso la frase del poeta empieza a estorbar y al no encontrar nuevas fuentes literarias, se ensancha la distancia entre los lectores o admiradores y los comportamientos de los predicadores. Se acaba hablando de libertad y se silencia a los que la defienden. Cada día resulta más peligroso escribir o significarse con el sentido común de los acontecimientos.



El país ha tenido y tiene que luchar por mantenerse dentro de una economía difícil y cada vez más global, pero aunque se consiguió crear una clase media social amplia y sólida, nunca se ha podido consolidar al no haberse dado la necesaria continuidad política de los gobiernos. Hoy por hoy adolecemos de un nuevo mensaje moral o ético férreo, para ir más allá, para cambiar verdaderamente. La cultura con mayúscula llena de contenido se ha dejado un poco de lado o se la ha desaparecido cuando no se la ha necesitado como eslogan. La política cultural en España sigue siendo de escaparate y se ha centrado en crear proyectos e infraestructuras sin llenarlas de contenido. Incluso los protagonistas de la cultura, que no son verdaderamente tales, pues a la academia se la ha dejado de lado que es donde se encuentra el pensamiento, se nos muestran vacíos de contenido y faltos de vergüenza propia y ajena ante los homenajes que reciben y en las actividades que realizan o apoyan. Su discurso es en muchas ocasiones vacuo y soez. Personas sin más conocimiento que el subirse o bajarse la bragueta. Personajes de moral distraída que no utilizan la cabeza salvo para aguantar el pelo, implantando en ocasiones, y que lanzan modelos a diestro y siniestro apoyados por unos medios de comunicación pagados y débiles intelectual e ideológicamente hablando. Impera una mediocridad desde la que no se puede construir nada. Nadie nos garantiza que no vayamos camino de repetir el tan mal recordado desencanto que invadió a la sociedad a partir de la crisis de 1898, aunque está vez vacíos de valores y sin capacidad para remontar al carecer de conocimientos.
Se ha perdido totalmente la importante tarea de regenerar a la sociedad ante la mentira verdad o verdad mentira. En las épocas de dinero fácil los trabajadores que son las personas que se levantan por la mañana, que se visten por los pies y por la cabeza, que no se dedicaban a los negocios sólo han podido sentarse a ver subir año tras año como los precios de las tres cosas de primera necesidad, el dinero, la vivienda, y la energía, y ver cómo iba descendiendo el poder adquisitivo de los salarios. Frente al final o la diaria destrucción del estado del bienestar parece inevitable pensar que la famosa lucha de clases, indiscutible, durante la revolución industrial y en el anterior cambio de siglo, está obsoleta visto lo conseguido por la supuesta composición de la clase política que nos gobierna. Llamamos vulnerable al que no se esfuerza y no se levanta, y emprendedor al que sueña con lo hetéreo que no es lo mismo que un empresario con los pies en el suelo. No se ayuda al trabajador ni al empresario esa es la realidad, se les impone un sangrado impositivo constante que no les permite ahorrar y remontar. El trabajo se crea con ahorro y dinero, no con paguitas y subvenciones. El actual momento social y económico tiene unos condicionamientos, se mueve bajo otras preocupaciones y signos de falsa bandera que no nos llevan a buen puerto.
Es posible que, ahora, degradada en gran parte la dignidad física e intelectual de las personas, que algunos empiecen a darse cuenta que hay algo que defender o perder en el nivel ético y moral de nuestra sociedad para parar su caída libre. La memoria no es ni democrática, ni unidireccional ni atemporal. La memoria es una parte insignificante de la historia. La historia la hacen los historiadores como los matemáticos hacen las matemáticas no sus protagonistas ni sus recuerdos. La historia es la que fue desde un todo que engloba entre otras cosas a los acontecimientos, los hechos, la memoria, etc. Frente a la violencia que agita el planeta promovida por motivos cada vez más económicos y falsamente ecológicos o sostenibles, hay que acordarse nuevamente del poeta y volvernos a llenar de contenido, abandonar las chanclas y el chándal, para afrontar un futuro incierto. Hay que volverse a llenar las alforjas de verdad y contenido para que nadie le dé por inventar o mentir y no sea capaz de protegernos de las penurias que están por llegar y nos las toque sufrir y pagar de nuevo.