El Adeste fideles, brotando suavemente de las blancas gargantas de las tres docenas de muchachos de la Escolanía del Escorial, creó de pronto una atmósfera mágica. No eran solo las voces de terciopelo desgranando el himno. Era también el marco inigualable de la iglesia basílica de las Carmelitas Descalzas, con el sepulcro de santa Teresa de Jesús tutelando el acto desde lo alto.
Hay momentos en los que te embarga una emoción extraña, una confluencia inesperada de percepciones sensoriales que te eleva al éxtasis. La música es acaso una de las llaves que abre las puertas del cielo. Esa música celestial que es también la poesía de san Juan de la Cruz y santa Teresa.
Solo en Alba de Tormes se percibe de modo tan intenso el ambiente entreverado de religiosidad y poesía mística. Santa Teresa eclipsa al fraile de Fontiveros en lo religioso, pero es san Juan el que brilla con luz propia en lo poético.
Con motivo del IV Centenario de la Canonización de santa Teresa de Jesús y el I Centenario de la declaración como doctora Honoris Causa por la Universidad de Salamanca, Alba de Tormes se ha convertido en un destacado foco cultural durante 2022.
Porque su categoría religiosa es permanente y universal, gracias a la intensa actividad que santa Teresa desplegó en la Villa Ducal y al hecho de que falleciera en ella y se encuentre allí su sepulcro.
El concierto de la Escolanía del Escorial era uno más de los numerosos actos organizados a lo largo de este año en Alba de Tormes, a sumar a exposiciones de valor artístico excepcional, ediciones de libros o la presentación, también el viernes, de la bella escultura de un jovencísimo san Juan de la Cruz realizada por el imaginero malagueño Alejandro López.
El Ayuntamiento de Alba de Tormes, presidido por Concepción Miguélez, y las Carmelitas Descalzas, con su prior al frente, Miguel Ángel González, han trabajado estrechamente en el gran despliegue de actividades culturales y religiosas.
Frente al convento de la Anunciación se halla el de san Juan de la Cruz, donde el prior había organizado un pequeño ágape para cumplimentar a los invitados al concierto, entre ellos, el consejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Castilla y León, Gonzalo Santonja, y autoridades locales y provinciales.
La atmósfera de misticismo nos envuelve mientras recorremos los largos y limpios pasillos, de cuyas paredes cuelgan numerosas pinturas de arte religioso. El monasterio ha sido rehabilitado en los últimos años, tras el deterioro que sufrió durante la Guerra de Independencia y las posteriores desamortizaciones, que obligaron a los frailes a abandonarlo.
El aura de san Juan de la Cruz se manifiesta igualmente en el refectorio, desatando en el alma el campanilleo de la emoción incomprensible de sus versos. Unos puñados de versos que le bastaron para convertirlo en el mejor poeta español de todos los tiempos. A Garcilaso de la Vega, que también pasó temporadas en Alba de Tormes, Fernando de Herrera le otorgó el título de ‘príncipe de los poetas españoles’. Garcilaso es el príncipe, pero el rey es, sin duda, san Juan de la Cruz.
La religiosidad, la música y la poesía mística hacen de Alba de Tormes un lugar especial. Entre su conglomerado de conventos, iglesias y obras de arte, resulta bastante fácil dejar el cuidado “entre las azucenas olvidado”. Todavía permanece en sus calles aquella misteriosa sensación que experimentaron los grandes místicos de tener tan cerca las puertas del cielo.