La corrida de ayer, miércoles 31, nos hizo vibrar a todos en la plaza de Las Ventas. Fue un auténtico espectáculo ver los seis toros de Santiago Domecq, de bellas hechuras e imponente cornamenta, embestir con incansable y encastada bravura, y, ante ellos, unos toreros de los llamados “modestos” torear con arriesgado valor.
Fue, sin duda, la mejor de lo visto hasta ahora sí exceptuamos la de José Escolar, que fue también extraordinaria.
Pero lo de ayer fue para recordarlo y sobre todo para reafirmar que, digan lo que digan, los de fuera y los de dentro, que de todo hay, que la Fiesta sigue.
Y digo que los toreros Arturo Saldívar, Fernando Adrián y Álvaro Lorenzo, no solo estuvieron valentísimos, sino también artistas y con la lección bien aprendida.
Destacando Adrián que, aunque con muy buenos antecedentes, torea muy inmerecidamente poco, cuando ayer demostró estar no solo maduro, sino en un gran momento.
Yo tuve la suerte de presenciar el espectáculo con mi hija desde el callejón, al lado de Fermín Bohórquez, Rafael García Garrido, empresario de Las Ventas, y Víctor Zabala de la Serna, vinculado a la empresa y gran aficionado. Todos juntos disfrutamos como el resto del público de esta extraordinaria corrida y comentábamos por qué las figuras no quieren torear estos toros.
Ellos sabrán por qué, pero sin duda, un Juli o un Roca Rey seguro que también hubieran triunfado con los excelentes toros de Santiago Domecq, de los que destacó el quinto llamado “Contento”, que fue justamente premiado con la vuelta al ruedo, al igual que el mayoral de la ganadería recibió al final una gran ovación.
Ayer fue más que un espectáculo un auténtico acontecimiento nacional, como definió la Fiesta Enrique Tierno Galván, e hizo buenas las palabras de Gonzalo Santonja cuando dijo que “la grandeza de la Fiesta es exigente hasta el máximo con quienes se visten de luces”, y claro que es exigente, prueba de ello y aunque casi pasó desapercibido, Álvaro Lorenzo se llevó una cornada en la cara interna del muslo de quince centímetros, según el parte oficial, pero que no impidió que siguiera toreando como si no hubiera pasado nada.
Y vuelvo con Santonja, “la paloma de la ilusión jamás se equivoca con el Toreo, donde el mar del dolor si es el cielo y el corazón de los diestros heridos nuestra casa, arte de temblores que se paga con tributos de sangre. Porque los toreros viven y mueren en la cumbre de las ramas de sus sueños”.
Ayer los tres toreros frente a los toros de Santiago Domecq demostraron que su arte y su valor, se pagan efectivamente con tributos de sangre y dolor, pero también de gloria. Por ello, la tauromaquia con estos hombres inigualables sigue y tiene que seguir adelante.