Ya que estamos con las elecciones a cuestas y D. Pedro se erige en adalid de la verdad, por más que ha mentido hasta de dormido, y D. Alberto en elixir contra la mentira, pese a que ha cubierto demasiadas falsedades, propongo que, empezando por los ediles de los pueblos más pequeños y alcanzando al presidente del Gobierno, les obliguemos a todos a pasar por el polígrafo de la verdad, más ajustado y técnicamente más sutil en la medida que subimos en el escalafón social y político y, aquel que se niegue a someterse al aparatito, le consideraremos mentiroso y lo desecharíamos como elegible. Aquellos que no superen el test no podrán presentarse a unas elecciones ni de su comunidad de vecinos y, si es el presidente del gobierno, será sometido a escarnio público, despido inmediato sin derecho a púrpura y lucro alguno.



Si esta propuesta se plantease en las elecciones, en lugar de 60 debates, pisos a cascoporro, bajadas de impuestos a todo el mundo o cualquier otra oferta, ¿crees que uno sólo de los que se presentan la aceptarían? Incluso, ¿crees que los simples diputados de provincia estarían dispuestos a someterse al modelo y descubrir que defraudaron a hacienda, que engañaron a su marido, que conducen borrachos, que engañan a sus compañeros de partido... etc? Incluso, ¿imaginas que lo superarían sin problemas?



Estamos dejando en manos de estos tipejos, verdes, rojos, azules, amarillos o naranjas el futuro de nuestros hijos, les permitimos que nos mientan, que nos engañen, que prometan conscientes de que no cumplirán, que se forren a nuestra costa, que obtengan títulos o puestos para los que no tienen la preparación precisa, que tengan las mejores pensiones que se pueden tener por un simple contribuyente, que viven a nuestra costa sin servir ni para romper huevos y no les sometemos a control alguno.



Me duele la boca de decirlo, la democracia no es votar, no es acudir a las urnas, eso lo hacen en Rusia, China, Venezuela, con Franco y en las dictaduras más descarnadas, la democracia es la capacidad del pueblo de controlar a los dirigentes, de construir modelos de control político, de organizar la sociedad para someter al político, de hacer que el político rinda cuentas a cada elector, pues en la medida que se organicen esos controles obtendremos una democracia de mayor calidad.



En España, desde la constitución de 1978, se han ido desmontando paulatinamente los controles políticos. Comenzó el PSOE con González, pero cada vez que ha llegado al poder el PP no los ha reconstruido, hasta el presente que D. Pedro se ha dedicado a entremeter su mano en todos y cada uno de los modelos de control, y ahora el PP y VOX dicen que reconstruirán algo esos controles, lo dicen con la boca chica, lo dicen en los últimos folios de su programa, pero lo dicen.



Aquel político que reconstruya controles podrá alardear de fortalecer, de enriquecer y democratizar la democracia española. Aquel que por más que se autoproclame demócrata y otorgue carnés de demócrata, si lo que hace es minorar, destruir, desmontar o manipular los controles al poder, ese, podremos, sin ningún género de dudas, tildarlo de totalitario y antidemócrata, pues está empobreciendo una pobre democracia como la nuestra.



No mires el color del político, observa cuál es su modo de actuar, el que en su casa intenta un pucherazo no esperes que te respete en el poder, aquel que modifica los estatutos de su partido para acaparar poder y ocultar el modo de ejercerlo, no te fíes, no cumplirá lo que promete; si un dirigente, al llegar al poder de su partido, no limpia las cloacas, ni regenera sus despachos, no pienses que te dará el lugar que como ciudadano mereces, si los políticos no cumplen su palabra, no te fíes, no son de fiar en lo poco y seguro que no son de fiar en lo mucho.



No miremos colores, no miremos siglas, miremos a los ojos de quienes quieren representarnos y si soportan la mirada limpia, firme y se someten a tu control, vótalo, se podrá equivocar, podrá errar, pero es de fiar, y eso es la clave de una política nueva.