Igual que los incendios la falta de agua para abastecimiento es un problema endémico en verano que se perpetúa en el medio rural español.
España es el país más árido de Europa y un 75% de nuestro territorio es susceptible de sufrir desertificación.
Sequía muy grave
Durante este año hemos visto como la ausencia de lluvias nos ha traído una sequía generalizada que ha dado lugar a una de las peores cosechas de los últimos años. Hemos visto también como algunos productos de temporada como la sandía o el melón han disparado sus precios en algunos momentos de la campaña y hemos pagado precios astronómicos, a los que no estábamos nada acostumbrados.
En definitiva, el agua se está convirtiendo cada vez más en ese elemento preciado que tiene un valor insustituible y que nos obliga a ser cada vez más cuidadosos con su gestión y su uso.
Agua para beber
Volver a escuchar que hay varios centenares de pueblos en España y más de 200 en Castilla y León que no disponen de agua para beber es muy lamentable. Y lo es porque hace ya muchos años que esta situación se repite cada verano.
Es necesario abordar el suministro de agua para abastecimiento a estos pueblos dotándolos de las infraestructuras necesarias para contar con agua de manera estable y segura durante todo el año y también por supuesto en verano.
Volvemos al eterno debate de quien tiene la competencia para resolver esta cuestión. Las administraciones se tiran la pelota de una a otra y ninguna aborda la solución.
De acuerdo con la Ley de Régimen Local, la competencia es de los ayuntamientos y con la existencia de las autonomías en Castilla y León, la Junta debería apoyar la solución a este problema.
Ahora bien, en puridad es una competencia municipal. El problema es que los ayuntamientos no tienen ni capacidad económica, ni técnica para desarrollarla.
Sería razonable y sensato que fuera la Junta de Castilla y León, con competencias en todo el territorio, quien liderara una solución en la que colaboraran las Diputaciones Provinciales competentes y los ayuntamientos.
Colaboración administrativa
El problema radica en que no se toma la iniciativa por parte de ninguna administración. Si bien siempre decimos que los incendios se apagan en invierno, en clara referencia a que las labores de limpieza de los montes se tienen que hacer en esta época, en el caso del agua los problemas de abastecimiento también deben resolverse en invierno.
El asunto es el de siempre: hablamos ahora del problema. A todos parece preocuparles lo que sucede, pero cuando se acaba el verano a todas las Administraciones se le olvida abordarlo. Así llevamos muchos años.
Cada vez se consume más agua mineral y su precio este último año se ha encarecido de manera notable. Pagamos impuestos que están ligados a garantizar los servicios públicos, entre ellos el abastecimiento de agua potable. El consumo de agua de calidad debería de estar garantizado en todo el territorio por igual y no lo está. Cada vez más ciudadanos eligen consumir agua mineral porque claramente es un bien de consumo ordinario y lo necesitamos en nuestro organismo en cantidades importantes y afecta de manera relevante a nuestra salud a medio y largo plazo.
Plan Hidrológico Nacional
Contamos con numerosas normas, entre ellas el Plan Hidrológico Nacional que ya en 2001 exigía tener para 2005 Planes de emergencia para combatir la sequía en los pueblos. La realidad es que 18 años después muchos municipios no tienen aprobados estos planes.
El agua tristemente navega entre la amalgama de distribución de competencias que tiene nuestro país entre Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales, Comunidades Autónomas y Gobierno de España, con las Confederaciones Hidrográficas, cuya reforma es una emergencia.
Mientras los pueblos también se mueren un poco más por no tener agua en verano, arruinando así sus posibilidades de desarrollo y los vecinos que viven en ellos viendo como los impuestos que pagan, y que ocupan más de la mitad del año de nuestros salarios, no sirven para obtener los servicios a los que tienen derecho.
El agua es un bien preciadísimo, que deberíamos de cuidar mucho más y que seguimos usando como si nunca nos fuera a faltar. Es una emergencia cuidar su uso al máximo, no desperdiciarla en ningún momento y por supuesto para que todo esto suceda poner orden de una vez por todas en el caos de la distribución de competencias que tiene España en esta materia.