Un verano, el calor, el excesivo calor, las lluvias, las abundantes y exageradas lluvias no me han permitido concentrarme ante "mi folio en blanco" para poder plasmar lo que seguía percibiendo del mundo a través de mi balcón. Probablemente me he mimetizado con él y he tenido cerradas las contraventanas de mi mente para que las altas temperaturas del país no me achicharraran las neuronas o las lluvias torrenciales no hicieran agua a mi cerebro. Ha sido un acto reflejo de supervivencia personal, física e intelectual. Mi cuerpo ha agradecido cerrar puertas y ventanas para que las altas temperaturas o las lluvias torrenciales no agredieran el descanso corporal. Pero también mi mente, a pesar de la tozudez política de empeñarse en calentar el ambiente de convivencia social, ha agradecido permanecer en la penumbra de mi interés por lo que estaba ocurriendo fuera y pasar una temporada con el balcón cerrado.
Obviamente, una existencia permanente en esa vivencia interior, sin puertas abiertas a la realidad, es imposible mantenerla indefinidamente, máxime cuando la curiosidad personal por lo que ocurre a mi alrededor es una de mis mayores aficiones personales. Por eso he vuelto a abrir mi personal balcón a la vida y, créanme, cuando he vuelto a contemplar la condición humana, cuando he vuelto a percibir comportamientos de seres de una bajísima catadura moral, cuando he vuelto a escuchar mensajes contradictorios que solo buscan el negocio personal de la subsistencia en la poltrona, cuando el engaño, la mentira, la corrupta postverdad que hace bueno lo que antes era malo, me dan ganas de cerrar nuevamente los "cuartillos" de mi balcón y permanecer en la oscuridad o penumbra sosegada de la supervivencia personal.
Yo creía que el agua había limpiado el ambiente y una suave brisa entraría nuevamente en mi existencia refrescándola. Sin embargo, me he encontrado con un ambiente viciado. Repasaba mi último artículo titulado "On Bullshit" que hacía referencia a la manipulación de la verdad que estamos viviendo convirtiéndola en "mierda cochina" y me reafirmaba en una sensación deprimente del ser humano (por lo menos de algunos). Me he encontrado con un país "enmierdado".
Por si el ambiente no estuviera lo suficientemente enrarecido, han caído en mis manos una serie de artículos de "sesudos" pensadores que hablan, discuten y elucubran de la actual situación del planeta defendiendo unos, desmintiendo otros, la teoría del "Colapso", unas veces aplicada al planeta en su vertiente ecologista, otras aplicada a la sociedad.
Con el afán de no postularme en ninguna de las posiciones que defienden, entre otras cosas porque no las comparto en su actual planteamiento por las soluciones que en algunos casos proponen, sí que me han servido para replantearme nuevamente lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. No quiero caer en predicciones futuras y aventurarme a especular lo que nos queda por ver o lo que vaya a ocurrir próximamente para no caer en equivocaciones como la AEMET. Prefiero observar, constatar los hechos, hacer una acto notarial de lo que ocurre. Simplemente con este ejercicio personal de observador, compruebo que los comportamientos de algunas personas son totalmente contrarias a una convivencia pacífica, porque en su afán de un protagonismo exagerado anteponen la mentira a la verdad, su interés al interés del colectivo, les gusta enfrentar en vez de pacificar, no ven en los otros más que rivales a batir y eliminar en vez de contrincantes con los que competir en un juego limpio, pacífico, democrático y dialogado. Por su soberbia, se creen en posesión de la verdad, aunque saben perfectamente que están defendiendo la mentira y que para ello usan del lenguaje, lo prostituyen, inventándose giros lingüísticos para convertir en bueno lo que antes despreciaban, censuraban y condenaban. Esto es lo que está dominando la política y los medios de comunicación en estos momentos. Nunca se había cambiado tanto de opinión. Se fuerzan las leyes, la Constitución, las opiniones, los procesos democráticos aceptados como buenos por todos y desde hace tiempo. Lo pasado no cuenta con tal de mover el presente para mi interés.
En este notarial análisis de la realidad, no quiero caer en una concepción exageradamente pesimista de la condición humana ni en teorías derrotistas que afirman que vamos hacia un colapso global. Pero lo cierto es que donde estamos es un estado de INMORALIDAD manifiesta de muchos gobernantes que nunca había ocurrido en estos años de democracia y un "colapso mental" (ahora sí que lo afirmo) de una sociedad aborregada y acomodada que todo lo soporta con tal de que les dejen consumir lo que puedan en una supervivencia descerebrada.