En los últimos tiempos vengo coincidiendo con profesionales de distintos sectores y en variadas mesas de trabajo y jornadas en las que cada vez hay más convergencia en torno a un concepto o idea que es básica: que importante es la inteligencia emocional. Y no parece que abunde en el día a día la convicción de que esto es así.
La verdad es que la conclusión surge cuando hay un debate reflexivo sobre como se deben de hacer las cosas mejor y es ahí donde los directivos, tanto CEO´s, como directores generales o responsables de departamento ponen en el primer nivel la necesidad de conectar con las personas, conocer sus sensibilidades y sus tiempos respecto a cualquier cuestión a la hora de abordar decisiones. También en el nivel técnico o de los profesionales que comparten la ejecución de las decisiones se suscita el mismo interés.
La empatía
Creo que cuando conoces a alguien o entras a trabajar en una nueva organización lo primero que buscas es el acercamiento, saber algo más de esa persona, buscar los puntos comunes, conectar, empatizar. Siempre es la mejor forma de sintonizar. Situarte en un plano de conexión que a partir del mismo te acerque al trabajo, aquello que vas a tener que desempeñar y que puede que seas alguien que representa un papel importante para desarrollar una tarea y tengas que colaborar, a alguien que además de esto tenga que liderar el proyecto.
Considero que siempre que acreditas una buena actitud, que tu disposición es colaborativa, constructiva, el desarrollo de tu papel dará buen resultado.
Se habla mucho de la actitud y sinceramente creo que detrás de una actitud positiva hay siempre una persona que atesora valores. La actitud es una demostración de estar en la vida, cuando es positiva, pensando en los demás. Me parece fundamental ponerse en la piel del otro, ponerte en sus zapatos para conectar con él. Cuando muestras actitud casi siempre te tienden la mano. Los valores que esconde la actitud positiva, de ayudar, construir, son los que tienen que ver con el respeto, con la educación, diría que también con la honestidad, con la lealtad.
Cuando miramos a alguien y trabajamos desde estos valores las posibilidades de recibir una respuesta positiva son enormes.
La fuerza colectiva
Ahora bien, construir estos valores y verlos crecer requiere también un esfuerzo colectivo de la sociedad. Al menos así lo entiendo yo: la creencia y la convicción en los valores se acrecienta cuando se ve representada en lo que nos rodea. Vivimos en un tiempo en el que existe una crisis de credibilidad en lo público. Quizás porque mucha gente no encuentra respuesta a sus necesidades en ese ámbito. Por poner un ejemplo, en el tiempo de la digitalización, hay departamentos públicos que no son capaces de dar una cita on line y cuando los ciudadanos se acercan a las oficinas de manera presencial, se encuentran con carteles que avisan de que solo se atenderá al público con cita previa.
Y esto es así, pero cuando alguien tiene que pagar una multa no hay prorroga, ni justificación para no pagarla, y si tienes la obligación de presentar documentación en un plazo determinado tampoco la hay. Y si necesitas que la justicia responda porque tienes un conflicto y se producen aplazamientos constantes te aguantas.
Entonces es cuando la confianza en el sistema se rompe y los ciudadanos dejan de creer en la gestión publica y en los responsables políticos. Por este motivo, la mirada hacia lo público, el respeto a los valores en los que creemos necesita un compromiso de la clase política para hacerlos más fuertes. Si en esa mirada encuentras que todo vale, y que cuestiones tan importantes como el respeto a la ley o a la justicia se pueden variar en función de quien sea el destinatario, el respeto a esos valores se resquebraja. Nadie comprende que lo que hasta hoy era un delito mañana deje de serlo por una razón meramente coyuntural, y con ello se dé una solución a alguien que quiere ser a toda costa Presidente del Gobierno.
El valor de la justicia
No se puede volar por los aires el respeto a la justicia. Creer en la justicia esconde un valor muy importante que es el de lo justo, y que no se puede vulnerar por algo tan caprichoso por parte de alguien como ocupar la presidencia de un gobierno.
Los valores construyen la sociedad en la que vivimos, respetarlos, cuidarlos y acrecentarlos esta en el ADN de una democracia.
Es cierto que la democracia española es muy joven, mucho mas que la de países de nuestro entorno como Francia o Inglaterra. Por este motivo deberíamos de ser aún mas cuidadosos. Debemos cuidarla, mimarla protegerla y al igual que en el sector privado se ha elegido como bandera la creencia en las personas, en su talento, en su capacidad de empatizar, en la vida pública necesitamos también creer en la honestidad de los responsables políticos, en su lealtad a este país y a la sociedad en la que se apoyan y a la que se deben.
Solo es esfuerzo colectivo en relación con los valores nos permitirá ser una sociedad mejor en la que todos estemos convencidos de que defender con fuerza lo que nos une nos convertirá en un país mejor.
Esta es mi modesta opinión y reflexión para este domingo que he querido traerles a ustedes después de pensar mucho en esto.