Esta es la tercera vez, y me temo que no la última, que tengo que dedicar mis comentarios a la futura Ley de Amnistía. Lo hice en mis columnas del 15 de septiembre y del 20 de octubre, pero el tema vuelve a estar de la máxima actualidad y es obligado referirme a él, para evitar que los incautos piensan que estamos ante un proceso legislativo normal.
Creo que en mis comentarios anteriores dejé claro que, en mi modesta opinión, y lo que es más importante en la de los juristas más importantes de este país, una amnistía no tiene cabida en la vigente Constitución Española. Para no reincidir en lo ya publicado remito a mis lectores a las publicaciones de mis trabajos en el diario El Español.
Pero es que el Presimiente Sánchez ha pasado de negar la posibilidad de una ley de amnistía hasta dos días antes de las últimas elecciones generales, evitando cualquier referencia a este tema, hasta que su jefe, el fugitivo de Waterloo, le obligó a hacerlo y además le dio instrucciones sobre el contenido que debía tener dicha ley. El
Presimiente y sus ministros se lanzaron en tromba a repetir el argumentario elaborado en Moncloa, insistiendo en sus comparecencias y declaraciones en los medios de comunicación, en que efectivamente una Ley de Amnistía es posible, invocando la amnistía concedida para salir del régimen anterior y dar entrada a la democracia.
Aquellos que defienden la posibilidad de una amnistía en el momento actual lo hacen diciendo que texto constitucional prohíbe el indulto general pero no la amnistía, olvidando que el indulto perdona el delito y la amnistía suprime el delito y transforma a los delincuentes en víctimas de la Ley.
Como desde la Moncloa se preveía el revuelo que esta ley iba a provocar, se dieron instrucciones a Paquita Armengol para que visto el rigor de los servicios jurídicos del Congreso de los Diputados, nada proclive a informar favorablemente la tramitación de esta ley, cesara al letrado mayor del Congreso, y pusiera al frente del equipo jurídico a un alto cargo de la Moncloa, Fernando Galindo con mucha menor experiencia, pero que sería un fiel cumplidor de las instrucciones del Presimiente Sánchez, como lo ha sido el número tres del Partido, Santos Cerdán, en sus repetidos viajes a recibir instrucciones del prófugo golpista, a pesar de carecer de la mínima formación jurídica, pero al que hay que reconocer que confesara que esas conversaciones se venían manteniendo desde el mes de marzo, cuando nadie hablaba en público de una posible amnistía, y del que hoy se habla de un posible ascenso a número dos del partido en la próxima reunión del Comité ejecutivo del PSOE.
Dicho y hecho: tan pronto como tuvo entrada en el Congreso el proyecto de ley, el nuevo letrado mayor informó favorablemente a la Mesa del Congreso, de mayoría progresista, de que lo admitiera a trámite, si bien el informe no se pronunciaba de forma categórica al respecto, ignorando las declaraciones contrarias a su viabilidad de multitud de juristas, instituciones, asociaciones, jueces, tribunales, y el multitudinario rechazo que mostró la ciudadanía en las repetidas manifestaciones convocadas en toda España mostrando su rechazo a esta Ley. Al tiempo, el “Ministro Trinidad”, Gracita Bolaños para Carlos Herrera y el resto de corifeos gubernativos repiten que la Ley de Amnistía es constitucional, y que exime de responsabilidades de todo tipo a los golpistas catalanes, incluyendo nada menos que el indulto a la familia Pujol, las malversaciones de Artur Mas, los problemas del abogado Gonzalo Boyé y discutiendo si los delitos de terrorismo conexos con el golpismo pueden ser indultados, y de esta forma se deja la puerta abierta para una posible amnistía a los terroristas etarras.
No obstante, como para el Presimiente Sanchez no existen líneas rojas, el proyecto siguió adelante y acaba de pasar a la Comisión de Justicia para su debate y votación. Y aquí nos encontramos con una nueva sorpresa: los letrados de la comisión de Justicia informan a la presidenta del Congreso que efectivamente la ley de amnistía no tiene cabida en la actual constitución española y para ser aprobada precisa de una previa modificación de la propia constitución, algo que Paquita Armengol ocultó durante seis días para dar tiempo a los asesores de Moncloa a elaborar el argumentario correspondiente. En todo caso, la tramitación sigue adelante y ya se han aprobado las ocho enmiendas presentadas por el PSOE y sus coaligados.
A la vista de estos informes, el PP y Vox solicitaron al Gobierno la retirada del proyecto de ley, cosa que evidentemente no hizo al no autorizarlo el ahora ”presidente Puigdemont”, hasta hace poco, el “prófugo Puigdemont”, quien además supervisa personalmente las enmiendas que el Gobierno Sanchezstein y sus aliados, y por supuesto su propio partido han presentado. Es más, para que en su día el Tribunal
Constitucional pueda dar de paso esta Ley, en los mentideros políticos se asegura que el propio Conde Pumpido, aquel fiscal general que justificaba que “las togas se manchen con el polvo del camino”, hoy esté dispuesto a que se ensucien con el barro de los golpistas catalanes, y ha supervisado las enmiendas a la ley.
Parece evidente que de aprobarse una Ley de Amnistía como la presentada en el Congreso, que tiene un prólogo para intentar justificar su constitucionalidad más largo que el propio articulado, y que hace recordar aquello de “Excusatio non petita…”, en fin, que los delincuentes pasan a ser víctimas, y quienes les juzgaron e incluso el propio jefe del Estado actuaron por venganza, no por aplicación de la Ley.
Esperemos que el Madrid, o al menos en Bruselas, donde siguen de cerca la tramitación de esta ley en declaraciones del comisario de Justicia de la Comisión, (de “preocupación cero” que decía Gracita Bolaños) se imponga la cordura y se deje sin efecto este despropósito contra la Constitución y la Democracia que desde el Gobierno Sanchezstein se pretende consumar para pagar los siete votos independentistas que el Presimiente Sánchez necesita para mantenerse en la Moncloa.
Mientras tanto, nuevamente el presidente Núñez Feijóo ha convocado una nueva manifestación para el 28 de este mes, aunque mucho me temo que nuestro desvergonzado Presimiente haga, como siempre, caso omiso a lo que se diga en la calle, donde, por cierto, dice que es saludado con cordialidad y cariño. Ahí es nada.
En fin, haremos un punto y aparte, porque mucho me temo que en este tema no será el punto final. Hasta la semana que viene.