El anuncio que ha hecho el presidente del gobierno de que va a poner en los próximos presupuestos del Estado 500 millones de euros para reforzar la enseñanza de las matemáticas y la comprensión lectora, es el ejemplo más claro de cómo no se entiende para nada qué es la EDUCACIÓN. Como habrán podido observar, he escrito deliberadamente con minúscula los términos “presidente del gobierno” y con mayúscula Educación. No me sale de otra manera y cada cual se gana la importancia de las cosas según las desarrolle.
Al margen de esta pequeña aclaración, el anuncio de estos 500 millones de euros tiene varias implicaciones. En primer lugar, el reconocimiento del fracaso absoluto de las políticas socialistas en materia educativa. Ahora se dan cuenta de que sus leyes educativas, las únicas que han tenido vigencia en estos años, han sido un fracaso. Es erróneo decir que ha habido 8 leyes de educación desde que la democracia está felizmente presente entre nosotros porque, de todas ellas, las únicas que han llegado a ser vigentes son las 6 del PSOE. Las 2 aprobadas por el PP han sido o abortadas fulminantemente antes de su entrada en vigor o derogadas antes de cumplir un año.
En segundo lugar, pensar que con 500 millones se soluciona todo, es un gravísimo error. Una enseñanza de calidad es cara, pero no quiere decir que una enseñanza cara sea de calidad. Hay que hacer otras cosas. Hay que valorar la educación como un proceso de exigencia, de trabajo, de esfuerzo que conlleva recompensas, y despertar en los niños y los jóvenes el gusto por el trabajo bien hecho. Pero mal lo puede exigir un presidente de gobierno que adquiere el título de Doctor con trampas o un portavoz del PSOE en el Congreso que hace las cosas “de aquella manera”, es decir, chapuceramente.
En tercer lugar, anunciar esta medida en un mitin político y no en el Congreso de los Diputados, es un ejemplo claro de cómo ve el presidente de gobierno y todo su partido la educación (ahora con minúscula). No le da categoría de política de Estado, sino de partido. La carga ideológica que le dan es un claro ejemplo de que la consideran su patrimonio, su instrumento propagandístico. ¡Así nos está yendo! Además, este anuncio en un mitin político demuestra lo que le importa el lugar de la “soberanía popular”, el Congreso de los Diputados. Es un instrumento soportable mientras que se lo pasan por el “arco de triunfo” para casi todo, y esta forma de actuar, orillar las Asambleas Nacionales de los países, es una constante de los regímenes totalitarios.
En cuarto lugar, me surgen un montón de dudas a la hora de distribuir ese dinero. Tal y como están las cosas, las Comunidades Autónomas que van bien en esos temas, que han hecho bien el trabajo y se han anticipado hace muchos años a estas medidas, como Castilla y León, ¿qué van a recibir? O se lo va a llevar todo, como siempre, por exigencias de votos prostituidos, aquellos a los que les importa una “mierda” (con perdón) el castellano. Entonces será dinero gastado y no invertido, es decir, a la papelera.
De todas formas, en esta fiebre que le ha entrado al “saltador de líneas rojas” de reforzar las matemáticas y la comprensión lectora, no estaría nada mal iniciar ya un programa piloto con todo su gobierno, incluidos los múltiples asesores pergeñadores de sus peregrinas ideas. En este refuerzo matemático se les enseñaría a contar parados, que no saben; a contar funcionarios, que les bailan las cifras y, sobre todo, a no despilfarrar dinero, que para eso son unos virtuosos.
Absténganse de enseñarles “matemáticas socioafectivas” a los ministros por si se enamoran tanto de los números que cada vez les guste más y más abultar su nómina, nuestros impuestos y la deuda que pagarán nuestros nietos. Y una especial dedicación de refuerzo o de iniciación a la compresión lectora y expresiva de todo el gobierno. No estaría nada mal que se les enseñara a hablar sabiendo lo que dicen, porque nos tienen a todos los ciudadanos “perplejos” y con un complejo de tontos por no entender nada de ese cúmulo de palabras inconexas que utilizan.
Y, por último, una recomendación. Si hay algo que reforzar, más bien empezar a enseñar, es ÉTICA política. Hay que enseñarles a todos que es inmoral el engaño, el hacer lo contrario de lo que dices, el utilizar el lenguaje para confundir y justificar delitos. Una clase de ÉTICA no les vendría nada mal y así sabrían, entre otras cosas, que el terrorismo siempre es “extender terror a los ciudadanos” y eso es malo, inmoral y, a pesar de lo que se inventen, siempre es una violación grave de los derechos humanos. Menudo invento el suyo, ahora tenemos que admitir que hay terror bueno y malo. El gran Cela diría: ¡váyanse ustedes a hacer puñetas!