Cada vez que me encuentro con algún compañero abogado del que sé que es militante, simpatizante o miembro del PSOE, le suelo preguntar qué piensa de la amnistía y de la actitud de su partido en ese tema y, por supuesto, en la intimidad y negándolo en público, no he encontrado uno que lo defienda, que lo acepte y que no sienta un sarpullido con lo que se está haciendo.

Es absolutamente inadmisible que unos delincuentes estén sometiendo la voluntad de un partido como el PSOE, lo que mayoritariamente siente el pueblo español, y lo que indica la constitución, solo en interés y necesidad de una sola persona que, por encima de todo, quiere ser presidente de la Nación, en un sentimiento personal de poder, pese a que es consciente que quien lo ejerce de forma efectiva es aquel o aquellos que lo humillan y están dispuestos a humillar a todas las instituciones del Estado, incluidos aquellos que manchan su toga con el polvo del camino y generan un lodo putrefacto que le perseguirá hasta el final de su carrera, y todo ello únicamente para engrandecer el ego personal de Pedro.

Si realmente está pensando en cómo pasará a la historia, debería de ser consciente de que será recordado como una persona que exclusivamente pensó en su ego, que destrozó la democracia española, que humilló a las instituciones y finiquitó el período más libre, más democrático y más glorioso políticamente que se ha vivido en España y que es el período construido con la transición y liquidado con Pedro.

Su paso a la historia será el de aquel que finalmente será repudiado por ella, por el pueblo y, muy posiblemente, fine su mandato encarando la más putrefacta y vomitiva etapa de destrucción de una nación.

Es imperioso una convención política de todas las fuerzas constitucionalistas, incluido el PSOE, para reconstituir la Democracia, fortalecer los controles al poder, regenerar las instituciones eliminando la participación política y devolviendo a los técnicos sus posiciones, para volver a instaurar el recurso previo de inconstitucionalidad, la fórmula constitucional de cooptación de los magistrados del CGPJ, la revisión del TC para que recupere su labor de exclusivo control constitucional, sin la mácula de partidismo alguno, como una sala de garantías anexa al TS, la recuperación del acceso a la función pública por medio de oposición en la que demostrar mérito, capacidad, igualdad y publicidad, así como dotar a toda la actividad política de la transparencia y la accountability de la que carece, con la devolución al Estado de las competencias de educación, sanidad, policía y justicia, en pos de la igualdad de todos los ciudadanos.

Siendo consciente de la imposibilidad que en este momento se produce de una convención unificadora de las fuerzas políticas, más interesadas en sus pueblerinos y catetos intereses personales de sus líderes, es precisa una exigencia de regeneración de la ciudadanía que nos permita retomar el espíritu de la transición, de la concordia, del consenso y de la visión de futuro superadora de las minúsculas intenciones de los 'Pedros' de turno, de uno y otro lado, de forma que los movimientos sociales se convierten en imprescindibles para la canalización de esa opinión colectiva de recuperación democrática del poder por los ciudadanos que permita la regeneración imprescindible para empezar a respirar y eludir la ponzoñosa situación actual generada por todos y culminada por Pedro.

Si superamos las siglas, las órdenes de los lideres partidistas, los intereses de las distintas formaciones para con un mínimo común denominador desarrollar un movimiento social que sirva para la nueva transición que precisamos y no se sirva de los “perritos sin alma” para conseguir su rédito personal, como ha pasado con los partidos hasta el momento presente, aún seremos capaces de revertir la situación y recuperar nuestra nación. Si no lo hacemos, seremos responsables de la felonía que se está llevando a cabo, por acción, por omisión o por simple falta de interés.