Llevamos una semana en Valladolid y me temo que en Castilla y León, dándole vueltas a un tema que reviste una enorme gravedad y me refiero a la intención de la Junta de Castilla y León de abrir una nueva unidad de trasplante cardiaco en Salamanca, y quiero afirmar de entrada que se trata de un tremendo error y que quien tome una decisión de ese calibre tendrá que asumir en su día las consecuencias de tan equivocada decisión.
El pasado lunes, en el Pleno del Ayuntamiento de Valladolid, José Antonio Otero, médico, ex presidente del Colegio Oficial de Médicos de Valladolid, y concejal socialista, realizó un ruego al Alcalde para que hablara con el presidente de la Junta y le pidiera desistir de la anunciada apertura de un nuevo centro de trasplantes cardiacos en Salamanca, a lo que Jesús Julio Carnero respondió de la única manera posible: después de reconocer que desconocía ese propósito de la Junta, afirmó que para él lo primero era la salud y que una decisión de ese calibre en el caso de tomarse debería hacerse con criterios científicos y técnicos, y tiene toda la razón.
El concejal Otero invocó nada menos que la marca España y aseguró, y yo comparto su opinión, que una de las causas que contribuye al prestigio de tal marca es el liderar a nivel mundial el ranking de trasplantes de órganos, y que la Organización Nacional de Trasplantes se había mostrado contraria a tal decisión, esgrimiendo una serie de razones de carácter científico y técnico, como reclamaba el alcalde vallisoletano en su respuesta en el Pleno. Desde luego, en ningún caso puede haber razones ideológicas o territoriales para justificar un nuevo centro de trasplantes a 100 kilómetros del que lleva funcionando muy bien hace años en Valladolid, algo que ratificaron once de los diecinueve responsables de las unidades de trasplante cardiaco de sus centros, coincidiendo con la postura de la Dirección Nacional de trasplantes, criterio que ha sido compartido por la mayoría de los cardiólogos de prestigio de España, sin que nadie con experiencia se haya manifestado en sentido contrario.
Haciéndose eco de este tema, el Norte de Castilla ha publicado sendas entrevistas con los responsables del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico de Valladolid, Luis De la Fuente y Alberto San Román, donde se ubica la actual unidad de trasplantes, y ambos reconocían la inoportunidad de esta decisión política, que tendrían que asumir por provenir de los responsables políticos del Sacyl, pero aclarando que era contraria al sentido común y al criterio clínico: el número de trasplantes anuales en el centro vallisoletano, que oscila entre 12 y 15 anuales no llega al mínimo de 20 recomendado por las organizaciones internacionales, siendo 15 el número mínimo recomendado por la Sociedad Española de Cardiología, señalando que por debajo de este número la calidad se resiente y los resultados son peores. Por cierto, la Sociedad Castellano Leonesa de Cardiología no tiene nada que decir.? Conviene recordar que la cirugía del trasplante cardiaco es muy compleja, tiene un elevado coste económico, necesita profesionales muy entrenados para mantener los espléndidos resultados del centro que se pretende dividir, que por cierto son de los mejores de España: de los últimos 35 trasplantes realizados, 34 pacientes salieron por su pie y sólo uno falleció. Si las intervenciones se reducen a la mitad parece evidente que los resultados serán muy inferiores a los actuales. Por el contrarío sí aumenta el número de intervenciones a buen seguro que los resultados mejorarán.
En el propio diario castellano, el jefe de servicio de cardiología del Hospital de León, Felipe Fernández-Vázquez mostraba su oposición a la decisión política y se preguntaba por qué en Salamanca y no en León, para manifestar que dada la población de la comunidad castellano leonesa, no estaba justificada la apertura de una segunda unidad, que además no vendría a mejorar el rendimiento de la actual como se pretende justificar desde el Sacyl, sino a dividir en dos la existente, con el riesgo de que tuvieran que cerrar los dos al no alcanzar un mínimo de intervenciones y rebajar la calidad de las mismas, al pasar a ser intervenciones excepcionales. Y si el servicio de cardiología salmantino enviara al centro vallisoletano sus pacientes necesitados de trasplante en lugar de hacerlo a hospitales extracomunitarios, como hace ahora, los resultados serían aún mejores. Curiosamente no ha habido una sola manifestación científica o técnica alguna a favor de esta decisión, y los supuestos beneficiados guardan un prudente silencio, o al menos sólo hablan en los despachos…
Y ha sido el propio director de El Norte de Castilla, Ángel Ortiz quien, en un interesante artículo titulado “De corazón, explíquese o rectifiquen”, cuya lectura recomiendo y cuyo contenido comparto, intenta aportar luz sin conseguir una respuesta mínimamente convincente. El consejero portavoz, no fue capaz de contestar a las preguntas que le hicieron, pues afirmar que esta medida reforzaría a la unidad de trasplantes de Valladolid y mejoraría los resultados, es una prueba evidente que éste no es su tema; el consejero de Sanidad estaba de baja y el coordinador de trasplantes regional, o no sabe, que yo creo que sí, o no contesta porque no se atreve a decir lo que piensa.
Pero como dice Ángel Ortiz, yo tampoco “quisiera hallarme en la piel de los primeros pacientes que, sin una justificación lógica ni conocida sean operados en Salamanca, (…), nos encontraremos seguramente con pacientes que rechacen ser atendidos en Salamanca, porque se estarán jugando el pellejo sin saber muy bien por qué”. Y si el número de fallecidos se incrementa, quién se va a responsabilizar de ello? Pero no se han dado cuenta de que no hay un cardiólogo ni siquiera un médico de prestigio se haya manifestado en apoyo de este disparate ? En fin, siempre se dijo que de sabios es rectificar… pero no hace falta ser sabio, se trata simplemente de aplicar el sentido común y los criterios científicos que avalan precisamente la decisión contraria a la que nos tratan de vender.
Desde luego no soy cardiólogo, pero acabo de ser paciente en el clínico vallisoletano, hospital en el que trabajé hasta mi nombramiento como consejero de Bienestar de la Junta, y donde me han trasplantado una válvula mitral y me han reparado la otra, y puedo afirmar que el servicio de cardiología del Clínico es sencillamente modélico y me creo en el deber de romper una espada en defensa de uno de los mejores servicios de España.
Así que yo, como el alcalde de Valladolid y cualquier ciudadano sensato, quiero que se ponga por delante de todo la salud y la vida de nuestros paisanos, y aplicando criterios científicos y técnicos se paralice la decisión equivocada. Que Dios me oiga.
Hasta la semana que viene.