Estamos en los días finales de la Semana Santa del 2024. En Salamanca, en particular y, en todo el país, la tormenta Nelson -para bien o para mal- ha sido un actor importante y, para algunos, nada secundario. Nos ha traído lluvia abundante y pausada, de esa que sacia la sed, para mal ha sentenciado, retrasado o cambiado el devenir normal de las cofradías y ha puesto en el rostro de los cofrades y de los fieles otra lluvia -ríos de lágrimas- se dejaban ver en sus rostros, la frustración de no poder volcar en este acto religioso su sentimiento o ver cumplida su penitencia.
Otro año será. Yo que fui cofrade de la Veracruz de Salamanca, creo que no he dejado de serlo, pude celebrar aún mas lo siguiente: aunque salieron valientes los cofrades de la Purísima Concepción, al final Nelson jugo su papel y obligó a los pasos buscar urgente refugio en esa Magnifica iglesia cercana al Campo San Francisco. El nazareno pudo danzar, durante el pequeño respiro que la lluvia nos concedió y que permitió disfrutar de un corto recorrido por la calle Ursulas dando señal y muestra de la devoción que a pie se celebra, se sufre y se espera repetir al año siguiente.
Eso con ser negativo -nada se puede hacer al respecto- lo es menos si lo ponemos en la balanza de futuras convocatorias procesionales. Como cada año los que se posicionan en contra de la celebración de estos actos ven como la ilusión y el sentimiento religioso no decae, ya sea por la fe o por el turisteo, la semana Santa está más viva que nunca. Y si no que se lo pregunten a Jordy Turull pillado en la cola sevillana del Gran Poder, ironías de la vida “en busca del poder perdido”.
Es que esta Semana Santa se ha adelantado un poco la que se celebra en la calle, normal devenir del calendario pascual y la que se procesiona en el Congreso y el Senado más se adelantó.
Procesiones en el Congreso y el Senado, unos intentando, como Pilatos, liberar barrabases tratando de ocultar sus barrabasadas y otros negando que 'Pedro Ábalos' fuese discípulo, no esperaron a que lo negase tres veces.
La lluvia ha impedido una normal celebración de la semana Santa, la que se sufre o se celebra a descubierto tiempo mediante y la que se vislumbra que continuará en las instituciones, es lo que tiene procesionar bajo techo, aunque algunos ya salen bajo palio.
¡Qué cruz!