Hay una estrella nueva en el cielo; una estrella que se llama Raquel. Una estrella que ha pasado por la tierra de forma luminosa, valiente, comprometida, y que brilla con especial intensidad en el cielo de Vigo, su cuna, y en el de Guarrate, en la preciosa Guareña zamorana, donde nació su otra mitad, Jorge, que la ha acompañado en su travesía por la vida, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad.
Probablemente muchos no la conocíais. Raquel recibía hace poco más de dos años, con un matrimonio feliz, un niño pequeño y un bebé de apenas cuatro meses, el peor de los diagnósticos: un sarcoma, ese cáncer tan desconocido como letal, y ha dedicado su último tramo de vida, siempre de la mano de Jorge, a hacer visible su enfermedad, a reclamar más medios e investigación para que nadie de más palos de ciego, para que no haya diagnósticos erróneos ni tardíos, para que los enfermos como ella no se queden en el limbo de no saber a dónde dirigirse.
Apostaron todo al amarillo y tiñeron de amarillo pueblos, ciudades, corazones y conciencias con su proyecto, Sarcoma Challenger, sin perder la sonrisa, la fe, el amor. A veces la esperanza viste también de amarillo. Avanzaron, crecieron juntos en esa travesía tan difícil que mi corazón también (y tan bien) conoce, cuando el tiempo es un tesoro, cuando una sonrisa vale un mundo, cuando un sólo segundo es una victoria robada a la muerte, cuando a pesar de todo, todo canta a la vida. Esa travesía donde vida y muerte se dan la mano, el amor se multiplica y la esperanza florece sobre la tierra más yerma, incluso allá donde es imposible la esperanza.
Su corazón de madre, de hija, de mujer, de esposa, ha sido más fuerte incluso que sus ganas de vivir. Ese deseo de que en el día de mañana no haya más jóvenes madres que dejen a sus hijos en la tierra, más corazones partidos, más sueños sin despegar, más familias separadas, rotas por la médula, entre el cielo y el suelo, desde la tierra a las estrellas.
Hay una estrella llamada Raquel. Su sonrisa ilumina la tierra porque no es lo malo morir; lo horrible es pasar por el mundo y no dejar huella ni memoria. Y su huella es honda, profunda, de raíz. Una estrella de carne, hueso, amor y esperanza, que brilla allá arriba con la fuerza de quien cuando sabe que todo está perdido se entrega a luchar por los demás. Esa fuerza que siempre gana aunque por el camino pierda su propia vida, se haga transparente, se convierta en estrella.
Hay una estrella que es luz en el alma, la carne y la sangre de Jorge y de sus niños; en las almohadas de quienes batallan contra la enfermedad; en la sonrisa de quienes miran de frente a la muerte y siguen en pie, caminando, haciendo surco, allá hasta donde alcanzan sus fuerzas, como antes hicieron Alex o Elena, quienes aprovecharon su fama y popularidad en redes para concienciarnos de que ninguno estamos libres de este diagnóstico tan devastador, de este tumor incurable, este imposible. Sarcoma, se llama.
Con un proyecto más humilde, desde Zamora y Galicia, Jorge y Raquel, Raquel y Jorge, tocaron miles de corazones y sus muchos pocos hicieron un mucho para hacer presente una enfermedad todavía a oscuras, tan traicionera, tan ignorada como desconocida. Puto cáncer, puto sarcoma, puta vida. Tan temprano.
Hermosa estrella, hermosa Raquel, cuida desde arriba a tus pequeños, enciende una lámpara en la investigación, diagnóstico y tratamiento, alúmbranos los pasos. Para que no haya niños sin madre, madres sin niños, hombres y mujeres que se aman obligados a separarse y convertirse en estrellas, ascender tan alto, tan alto.
Gracias por tu vida, tu testimonio, tu valentía, tu sonrisa, preciosa Raquel, sol en las noches oscuras de la ciencia, de la medicina. Porque supiste hacer de tu dolor esperanza, de tu tumor incurable generosa entrega, esa batalla contra reloj cuando la vida te sonreía y el cáncer te apuñalaba por la espalda. Y para ti, Jorge, y vuestros pequeños hijos, vuestro maravilloso legado, todo mi amor. Sois lección, escuela de vida, luz en nuestro camino.
No dejes de brillar sobre la tierra, hermosa estrella de esperanza, hermosa estrella Raquel.