He tenido que buscar el significado de drag y, reconozco que, me ha servido para comprender muchas cosas.
Drag, en inglés, significa arrastrar, de forma que las o los drag queen son las reinas del drag o del arrastre, son hombres que se disfrazan de mujeres, exagerando el maquillaje, peinado y vestuario, un divertimento o forma de actuar descabellada con la que se sienten bien, convertidas en reinas del arrastre, es decir, de llevar esto o aquello por los suelos.
Todos tenemos amigos, familiares o conocidos que son homosexuales, tienen disforia de género o, simplemente, disfrutan del mundo drag y no van dando la nota por el mundo, ni exigiendo un trato diferente por su condición sexual, sencillamente viven con la más absoluta normalidad su tendencia sexual y reciben nuestro cariño, apoyo, comprensión y respeto.
¿Cuál es el problema con cualquiera de estas personas si ellos viven la normalidad y tú los tratas con normalidad? ¿qué más da lo que tengan entre las piernas, la sexualidad que vivan o su modo de disfrutar el sexo, si tus relaciones son de trabajo, amistad, familiaridad o simple conocimiento?
¿Qué gen o extraña condición exige que tener esos sentimientos o modos de vivir les haga ser de izquierdas? ¿No será que algunos de estos, viven su sexualidad de forma anormal o pretenden obtener un rédito político, económico y social haciendo bandera de esa condición que distorsionan o histrionizan para obtener lo que de otro modo no hubieran conseguido? Sorprende ver cómo muchos de los dirigentes del colectivo han hecho su vida, su economía y su posición política, e incluso profesional, del uso de su condición sexual, lo que no creo que beneficie más que a esos personajes, pero no a las personas que simplemente vivien con normalidad y piden normalidad en el trato.
No alcanzo a comprender, a buen seguro por una inacapacidad por mi parte, el motivo, la gracia, la necesidad de burlarse, ironizar o incluso despreciar e infamar las creencias religiosas de todo tipo de personas, heterosexuales, homosexuales, de izquierdas y de derechas, con la basura infecta que se ha realizado en la inauguración de unos juegos olímpicos, dañando y creando un espectáculo cristianófobo innecesario, fracturador de la sociedad y despreciativo de una condición personal, que precisamente realizan quienes piden respeto para su condición de “reinas arrastradoras”. Mal voy a respetar a los que no respetan a los demás, con dificultad entenderé que quien habla de homofobia se convierta en otro tipo fóbico. Lo que sí comprendo es una tendencia política de izquierda que, haciendo uso de cualquier cosa, disfruta del anticatolicismo.
Por tanto, la mofa de los juegos no es del coletivo homosexual, sino de unos canallas que, utilizando esos colectivos, buscan otros propósitos, pues con ese acto se dañan los sentimientos religiosos, no las vivencias sexuales.
No me sorprende ver a algún personajillo, con problemas físicos y mentales, gozando con las lágrimas de los cristianos ante un acto como el de los juegos, además también disfrute del narcoestado bolivariano que ya adelantó que si no vencía, como fuera, en las elecciones, cubriría de sangre Venezuela. Es evidente que su incapacidad mental le lleva al disfrute con la sangre, la agresión de todo tipo y al sectarismo más repugnante; pero, que las personas de bien de la izquierda no reaccionen dando un golpe en la mesa y, defendiendo su posición política, defiendan también sus creencias religiosas y pidan respeto de verdad, me hace comprender que viven en una secta o viven la política desde el sectarimo más indecente, pues someten incluso sus creencias al mandato del partido.
Hace gracia que la siniestra hable de un Estado laico (independiente de toda religión) cuando la Constitución lo denomina aconfesional (no adscrito a ninguna religión), que no es lo mismo, por más que ellos lo pretendan, defienda a los terroristas de Hammás, defienda el islam acusando de islamófobos a los que piden que los inmigrantes respeten las creencias religiosas de este país y a nuestras mujeres, pero se escondan como ratas cuando se burlan, se mofan o agreden al que simplemente pide un trato digno a las creencias cristianas.
La siniestra que hace bandera del feminismo, la igualdad y la solidaridad, etc., que no se hubiera conseguido si no vivimos en una cultura cristiana (vid lo que sucede en las culturas islámicas), conceptos que tienen su raigambre en la religión cristina, que ellos los manosean, mal utilizan, sirven de captación del joven, y que destruyen, para además hacer bandera de un anticristianismo del que ya hicieron gala en la segunda república por ellos aventada como democrática, pues la sangre de los católicos no es sangre, es libertad… por uebos.