¿Qué sería de las familias con hijos sin la ayuda de los abuelos?
Si ya son muy importantes durante el curso, ahora en verano se convierten en imprescindibles.
Durante la época escolar van a llevar o a recoger a los nietos al colegio. En ocasiones por temas de horarios de trabajo de los padres o cercanía al centro escolar comen con ellos y después ya vuelven con sus padres.
En una familia donde trabajan tanto el padre como la madre, en la época estival se convierten en una pieza fundamental del puzle.
Quedan varios meses donde los niños no tienen clases y tenerlos todo el día en casa no es una opción.
Acaban saliendo en el periódico local con el titular. “Niños abandonados en un piso a su suerte prenden fuego al edificio”.
Así que ambos progenitores intentan cuadrar, si pueden, sus quince días de vacaciones para ir toda la familia a algún destino turístico y desconectar del día a día.
¿Y el resto? Pues mandarles con los abuelos a la casa del pueblo.
Allí tendrán que ir ambos progenitores los primeros días. Pondrán ciertas normas que los chavales no cumplirán, pero al menos se van tranquilos y con la cabeza bien alta.
Esos días las cosas estarán serias, pero en cuanto los padres salgan por la puerta, ancha es Castilla.
Los abuelos con los nietos tienen otro talante. No son tan rígidos como lo eran con sus hijos. Ahora son más adorables, tiernos y por ende más vulnerables a las posibles argucias y trampas que les puedan preparan sus nietos.
En el pueblo, si hay suerte y encuentran un grupo de amigos similares a ellos, lo van a pasar fenomenal.
No sin intentar transgredir todas las reglas posibles.
Desde la hora de vuelta a casa hasta hacer pucheros para que el abuelo te acerque en coche a la piscina del pueblo. “Abuelito, es que está muy lejos y hace mucho calor”, dice el nieto.
Cuando su propio padre tenía que coger la toalla, ponérsela por encima de la cabeza y empezar a caminar para llegar porque nadie le iba a llevar en “taxi”. O si tenía suerte coger una bicicleta destartalada y sin frenos para poder llegar lo más dignamente posible a la pileta.
Claro, ahora como pasan tantas cosas, hay tantos secuestros diarios de niños en los pueblos… ¡A diario abren los telediarios con noticias similares! Por eso hay que tenerlos como si fuesen las figuritas del Belén. Entre algodones.
Ahora los abuelos conducen y los llevan en coche para que no se cansen, antes te daban dinero bajo cuerda para que tus padres no se enterasen o te cubrían si llegabas más tarde de la hora.
El amor y la complicidad entre abuelos y nietos siempre ha existido, solo que se ha adaptado al paso de los tiempos y ha evolucionado.
Todos tenemos en nuestra mente cientos de anécdotas con nuestros mayores que te provocan ternura y la mayor de las sonrisas.
Nunca podremos agradecer lo bastante esa labor silenciosa, desinteresada y generosa que hacen para con sus nietos. Esa que para ellos no es un trabajo sino un placer.
Y los nietos están deseando que sus padres tengan que decirles: ¡venga, ahora os vais unos días a casa de los abuelos!