El "largo y cálido verano", se va acercando a su final, y pronto volveremos a nuestras actividades y ocupaciones habituales, los que las tengan. Mientras otros seguirán o seguiremos hablando o divagando de una actualidad que no para de producir noticias o acontecimientos de toda índole. La mayoría negativa por aquello de que "solo son noticia las malas noticias".

Y, en eso estamos: las guerras interminables y sangrientas de Ucrania y Gaza. El éxodo gansteril de los cayucos desde Senegal y Mauritania (por todas la aleccionadora película "Yo capitán", gran denuncia de las mafias que manejan el tinglado asesino). Y la crisis vergonzosa del fraude electoral de Venezuela, ante la pasividad del llamado mundo civilizado. Y los asesinatos sin sentido de apuñalamientos en Alemania, o España como el de Mocejón. Y así podríamos seguir.

Solo la política trae alguna noticia reconfortante como la candidatura de Kamala Harris en USA que ojalá imponga un mínimo de sensatez a la primera potencia mundial.

Y, ¿En España? Pues tampoco estamos para tirar cohetes, aunque ello se esté haciendo en multitud de fiestas de nuestros pueblos y ciudades. Y ello, por cuanto la llamada "solución catalana" está creando grietas en el resto de España con el famoso "concierto" que ojalá fuera de música y no fiscal; creando desigualdades con el resto de territorios autonómicos. Ello va a originar, sin duda, ya lo está haciendo, una rebelión de impredecibles consecuencias nada positivas.

Los crédulos dirán que "todo tiene arreglo menos la muerte". Pero a ello habría que contestar que para morir solo hay un requisito: estar vivo. Esperemos que la minoría que nos chantajea con sus siete votos no ponga en peligro la vida de nuestro sistema democrático como pretenden