La Feria Internacional del Queso Fromago ha pasado por Zamora como un tsunami de vida, llamando a la resurrección a la ciudad dormida antes de que entre el otoño. Más de 300.000 visitantes que quintuplican su población, a pesar de hacerlo coincidir por segundo año con las ferias y fiestas de nuestra vecina y hermana Salamanca; mi Salamanca bonita, dorada; mi Salamanca querida que siempre danza en septiembre.

Más de 170.000 kilos de queso vendidos, que ya son quesos, de 250 expositores de 17 países; 340 stands a lo largo de dos kilómetros de recorrido, 40.000 metros cuadrados de superficie; y 5 millones de euros en venta directa que se traducen en 14 millones de euros de impacto económico en apenas tres días y medio, la han posicionado en su segunda edición como la más importante feria del sector quesero en España que se postula ya, a dos años vista, a ser la de mayor calado de Europa, incluso por delante de su modelo y hermana mayor, la de Bra, en Italia.

La mía, y Castilla, y León, por extensión, es tierra de pastores y de ovino, tierra con una larga tradición de queso que se refleja en varias denominaciones y figuras protegidas que prestan sabor e identidad propios. Las D.O Queso Zamorano y Queso Castellano; Queso de Burgos, azul de Valdeón, Pata de Mulo, del Cerrato, Arribes de Salamanca.... enumerarlos a todos sería imposible, porque si de algo se puede presumir en esta tierra es de pan, de vino y de queso, entre otros productos de primerísima calidad de la huerta, la miel o sus embutidos. Y de buena gente, qué coño, si en esta Zamora mía te abren puertas y brazos sin pensarlo, que derriban ese falso mito del carácter austero de estas tierras, a veces más condescendientes con los de fuera que con los de dentro. Si lo sabré yo (...).

Fromago ha demostrado que las ciudades más pequeñas pueden organizar las ferias más grandes; que en ciudades condenadas al ostracismo es fundamental la colaboración de empresas públicas, privadas, instituciones y entidades -ahí está siempre Caja Rural- , que sólo hace falta creérselo, ponerse manos a la obra. Por haber, también hay derrotistas que matan las buenas ideas antes de nacer pensando que no hay dinero, que no hay capacidad. Y si no hay dinero, se busca; y si no hay capacidad, se suma; si ese derrotismo, ese miedo, ese vértigo es el que lleva condenando a Zamora generación tras generación. Porque hay vida más allá de la ermita del Cristo de Morales, porque no se puede morir en la eterna contemplación del propio ombligo.

Paco Requejo, antiguo presidente de la Diputación, tuvo la visión -más como empresario que como político- de creer y hacer realidad la idea lanzada por Eilza, la Escuela de Industrias Lácteas, haciéndola suya. Palos en las ruedas que quedaron en la trastienda le pusieron por el camino unos cuantos descreídos (que de eso andamos sobrados) y otros cuantos que llevan siempre a lo político lo que es de justicia, lo que es de todos y para todos. Sólo el alcalde de Zamora, Paco Guarido, tuvo palabras y un recuerdo para él en la inauguración de esta segunda edición que, esta vez sí, contó con la presencia del presidente Mañueco. En la primera no estaba, aunque sí se le esperaba.

En esta segunda edición, Fromago se ha afianzado y consolidado como un acontecimiento de primer orden; Eilza, con Sara Fregeneda al frente, y tantos técnicos de distintos ámbitos detrás, ha diseñado una feria profesional que ha transformado mi ciudad en una fiesta, en el mejor y mayor escaparate del queso en España. Y ahora, mientras esto escribo, suenan las percusiones del mercado medieval que se desarrolla este fin de semana también en Zamora, uno de los más hermosos escenarios románicos que existen. Un magnífico plan para los que no tengan otro mejor.

Hacer patria, hacer comunidad, hacer Castilla, hacer León, es ayudarnos, visitarnos, apoyarnos, conocernos. Tenemos muchas cosas para sacar pecho, para compartir, para dar a conocer. Fromago ha sido un gran milagro y Zamora, que ahora sonríe, sabe a queso, sabe a beso.

Os esperamos en 2026.