La política autonómica, y la nacional, comienzan a dar una imagen de finalizar un período, de terminar un ciclo, que aventura la decisión de elecciones anticipadas, no ya para fin de año, pero sí para abril o mayo, según se confirma o pronostican en los mentideros más avezados de Madrid e incluso alguno de la capital castellana.

De una parte Sánchez, el sempiterno perdedor de elecciones que gobierna con la pérdida de los principios mínimos de dignidad, con la paz del muerto, con la cesión al delincuente extorsionador, e incluso aceptando el insomnio perpetuo, saltando todos los límites hasta el momento recogidos, y alardeando de la resistencia de quien está dispuesto a vender cualquier cosa por gozar de la púrpura del poder, que contempla cómo las hienas que lo sostuvieron están dispuestas a dejarlo caer, comienza a valorar esa situación que intenta evitar con lacrimosas reuniones con los fugitivos, con adelantos de elecciones internas, eliminando barones, generando política de tierra quemada.

En ese recorrido hacia delante, ha llegado a la afirmación más grave que se puede realizar por quien se autotitula como demócrata, que manifiesta su voluntad dictatorial  de gobernar no sólo contra jueces, controles y opositores, sino sin el concurso o, incluso, contra el legislativo, en lo que supone afirmar que sólo el ejecutivo impone su poder, rompiendo no sólo la división de poderes, sino también el Estado de derecho.

Pues incluso así, para intentar evitar su defenestración, adelanta su elección como dueño y señor del PSOE, de forma que aplica un “conmigo o el abismo”, eliminando a sus adversarios y a buen seguro, como ya hizo en su día, metiendo papeletas detrás de la cortina, al más descarado y descarnado estilo Maduro… pero coño, ¿cómo lo va a criticar si él hizo lo mismo en su casa? y seguro que si puede lo hará en la de los demás. Si el PSOE se rompe y no tiene un líder, la formación pasará por el período más largo de recomposición y reconstrucción, de búsqueda de un norte firme, o a la podemización zapaterina que puede llevarlo a la desaparición como partido de gobierno, y con ese miedo juega D. Pedro.

Pues bien, pese a todo, se vislumbran elecciones por falta de apoyos, e incluso por la presión social, allá por la primavera, y como suenan esos cornetes de zafarrancho, en Castilla y León, Alfonso, que será lo que quieras, pero lleva mucha profesión en el cuerpo, inicia un proceso de enfrentamiento con VOX, lo que además resulta fácil, pues la representación lo propicia, de forma que si se conciertan los astros de unas generales, él aprovecha el tirón y la espuma del PP nacional para intentar soportar su posición.

En definitiva, dos resistentes persistentes, D. Pedro y D. Alfonso, prevén que los astros les sean propicios para perpetuar su poder y servirse de ello para, uno proyectarse internacionalmente y el otro alcanzar su ilusión de acabar sus días políticos en Madrid.

Entre tanto, el PP nacional sigue sin entender que su misión es gobernar con el concurso de VOX, al que tiene que reclamar mesura, sensatez y coordinación y, este último, debe de comprender que el extremo no beneficia a España, a la que dice defender, que su misión es recuperar los valores que puede haber perdido el PP pero con prudencia, comedimiento, responsabilidad y sin estupideces como eliminar del partido a liberales y conservadores moderados que sólo quieren, como queremos los ciudadanos, una forma nueva, más sólida, transparente y coherente de hacer política en libertad.

El Dr. Sánchez conseguirá sus propósitos pues él no tiene ni vergüenza, ni dignidad que le impidan romper cualquier jarrón o destrozar cualquier historia para mantener su posición. Sigue usando a Franco que murió hace 50 años afirmando que “lucharon por la democracia” cuando Francisco murió de viejo, en su cama y sin oposición alguna, más allá de un criminal como Carrillo que, vestido de lagarterana, cruzó la frontera en algún momento, pero que si llega a ser por el PSOE hubiera seguido la dictadura, pues no existió oposición alguna, es más, incluso tras la democracia, los días antes del 23-F, miembros destacados de ese partido se reunían con los golpistas, pero…  igual que unos se ciñen en la bandera de España, estos siniestros se convierten en defensores de lo que jamás defendieron, consiguiendo, en cualquier caso, su deseo por la estulticia del adversario que, por un quítame esas pajas, se enfurruñan y pierden el norte.