Estamos en manos de una ingeniería social en que ya no distingue lo que es la democracia, el sentido común, el bien y el mal, lo que da pan y trabajo que al final es lo que genera riqueza.
Vemos un día sí y otro también como se cierran las puertas a la juventud y a su futuro mientras se abren a todo lo peor que viene de fuera. Sin duda lo que viene de fuera no es riqueza salvo miseria con la que hay que repartir.
Miseria que destruye día tras día la prosperidad alcanzada hasta hace pocas décadas. ¿A qué tanto interés en controlar la sociedad desde la miseria y el hambre? ¿A quién beneficia? ¿Para qué tanto sufrimiento?
Cuando el ciudadano llega al punto que nada importa, llegamos a la deshumanización y a su destrucción de forma banal. No necesitamos repartir la riqueza, ni más población para producirla con la tecnología actual. Sólo se necesita ley y orden y ganas de trabajar.
Parece que o nos dicen, o quieren hacernos creer que el 14% de los jóvenes que logran emanciparse lo hacen gracias a una casa cedida por su familia. Al punto puede que sea verdad, pero eso siempre ha existido.
El problema es que los que nos administran desde hace años no han sabido levantar las 600.000 viviendas que faltan en España ni ajustar los salarios a la inflación que llevamos soportando desde hace dos décadas.
Llevamos en los últimos cinco años un IPC de un 19,7%. Los alimentos esenciales, mientras destruimos nuestro sector primario, han subido un 40%. Pero parece que nadie sale a la calle a protestar mientras no falte arroz y pasta. No es normal.
Ante esta deshumanización de la sociedad y como la guerra de Ucrania va camino de acabar con una victoria de Rusia.
Lo que supondría un cuestionamiento de algunos gobiernos de países de la OTAN, esperemos no creen un ataque de falsa bandera para llevarnos a una guerra a la que Rusia no ha querido responder en ninguno de los casus belli que se han dado.
La miseria trae guerra que soluciona el hambre y el paro. Desde el principio debieron ponerse de acuerdo con Rusia y hoy Ucrania estaría intacta y sobre todo su población. Además de nuestro sector primario y alimentario que ha sufrido mucho las consecuencias de esta guerra.
Si los salarios son bajos y se suben por ley, si los precios son altos y se topan por ley, si los alquileres son altos comparados con la irrealidad de los salarios y se bajan por ley. No debería existir el gobierno ni los economistas, ni ningún tipo de asesor. Los problemas del mundo parece que se pueden solucionar en cualquier aula de primaria.
Hasta algún economista dice que las pensiones no peligran. Los bancos centrales solo tienen que darle a la manivela. Eso ni un crío lo dice, seguro que le parece estúpido pero si algún economista progre hasta en la televisión.
Imprimiendo más dinero hasta nos alquilaríamos un apartamento a pie de playa. Al final hasta abaratamos el alquiler repartiendo dinero que ni siquiera está en los presupuestos sin aprobar del estado. Cuando todo explote la culpa será del que venga detrás.
Que el progresismo ataque a la propiedad privada y la seguridad jurídica no es ninguna novedad. Que la gente crea que atacándolas se le facilitará la vida es sorprendente y aberrante.
Es como si la sociedad estuviera en manos de una secta destructiva que quiere que odies a tu jefe, a tu vecino que gana más que tú, a tu pareja y a tu casero, y al que tiene más estudios que tú.
En definitiva, al que vive mejor que tú aunque se lo haya currado. No está bien visto admirar al que se ha dejado su vida por el camino porque no hay que creer en el esfuerzo personal ni el mérito.
El referente vital tiene que ser otro vago, con chándal y chanclas, simpático y cervecero, otro ignorante y mediocre, un parásito con el que haya que sentirse identificado.
La vivienda y los alquileres bajarían si hubiera protección al propietario, como poder desalojar a los okupas instantáneamente y cárcel, desalojo de los inquilinos morosos, liberalizando el suelo y bajando los impuestos y servicios.
Si además se construyen viviendas sociales se bajan los precios. Cuando no hay voluntad de solucionar un problema se quiere que haya conflicto para coger rédito político.
Cuando te dicen que gastes, que no ahorres, que viajes, que vivas tu vida, que no fundes una familia no vamos bien. Los sueldos no son dignos para emanciparse, ni con el sueldo de la pareja se llega ya a fin de mes.
Cuando el futuro está cercenado por políticas que llevan al endeudamiento, llegas a cierta edad, divorciado de todo y de todes, viendo que te han estafado la vida y que has perdido el rumbo. No tendrás nada de lo que tuvieron tus padres familia, casa y trabajo. Solo gatos, perros y alcohol.
El empresario no necesita pobres. El empresario vende bienes y servicios y para eso necesita que el pobre deje de ser pobre y consuma más y mejor. Un estado bien gestionado también para recaudar lo justo.
El progresismo necesita pobres pues no vende ni bienes ni servicio tan sólo humo a cambio de votos. En seis años se ha pasado de no tener dinero para comprar una vivienda a no tener dinero para alquilarla. A más de uno le gusta la bota encima.