Mi colega y, sin embargo, amigo, Lupicinio Rodríguez me ha calificado entre otras cosas de “escritor” y claro, tengo que hacer honor a tan alta distinción, emborronando páginas, en sentido figurado claro, con el dichoso ordenador o computadora como la llaman en Latinoamérica y nada mejor para ello que, sin tintero ni pluma que uno usaba hace ya años, tratar de reflexionar sobre lo que está pasando en nuestro entorno que no es otro que este país que llamamos España y que ojalá sigamos así muchos años más.
Pero hay algo que me ha llamado la atención y que no quiero pasar por alto, y es que nuestro más prestigioso profeta como es el francés del siglo XVI, el boticario Nostradamus, que nos pronostica para el próximo año 2025, además de las consabidas catástrofes planetarias que, en España, junto con Grecia e Italia, padeceremos terribles sequías y un colapso financiero.
Lo que no hace falta ser Nostradamus para adivinarlo con la que está cayendo, bien sea por el cambio climático que nos asola o la inteligencia artificial que, igualmente, unida a otros factores, está revolucionando el planeta.
Y, ante todo ello, ¿qué pueden hacer nuestros gobernantes en dicho año? Seguro que, además de pelearse y también insultarse, eso por descontado, así como acusarse de ser víctimas o ejecutores de esa gran pandemia como es la corrupción, ya lo dijo Quevedo: “poderoso caballero don dinero”, nos ofrecerán soluciones de todo tipo y color, con las consabidas etiquetas de izquierda y derecha, como si con ello el bálsamo de Fierabrás fuera más eficaz.
Pero volvamos a los clásicos, como Voltaire, que dijo aquello de que “debe ser muy grande el placer que proporciona el gobernar puesto que son tantos los que aspiran a hacerlo”. Y, sin duda, debe ser así cuando “el quítate tú que me pongo yo”, está a la orden del día y ello sin esperar, como sería lo razonable, a que haya nuevas, es un decir, elecciones.
No obstante, siempre hay un “no obstante”, de que haya tanto escéptico en esta cuestión como lo que dijo Anatole France que “gobernar siempre quiere decir hacer descontentos”. Sin embargo, hay quien también dijo que “gobernar es pactar, pactar es ceder”. ¿Les suena? Pues no lo ha dicho Pedro Sánchez sino Gustave Le Bon. Y creo que es así, lo diga quien lo diga.
No sé si, mi compañero y sin embargo amigo, Lupo Rodríguez, seguirá considerándome escritor, pero al menos por intentarlo que no quede, y mucho más con el último terremoto político-social producido por la dimisión-destitución de Íñigo Errejón.
Quizá alguien, o muchos, vuelvan al consabido y también clásico “Errejón al paredón”, ya que todo aparenta, en principio, un auténtico dislate en un tema muy sensible, ya era hora que lo fuera, como es el acoso sexual, que por cierto sigue, como estamos viendo, enteramente vigente.
Alguien invocará, como también es lógico, la “presunción de inocencia” y también, como no es menos lógico, habrá que decir aquello de que “la presunción de inocencia se aplica siempre al sospechoso”, por lo que Dios nos libre de que nos la tengan que aplicar.
El caso es que, no sólo en política, sino en otros muchos sectores de la sociedad, el acoso citado, el machismo y, en definitiva, la violencia de género, están de plena actualidad como un mantra que a todos nos afecta en mayor o menor medida.
Sin duda, el llamado feminismo militante tiene ante si una gran tarea de generación, empezando por entonar el 'mea culpa' o también la autocrítica.