Mientras el PSOE en Sevilla trataba de sostener la imagen de que no tiene medio gobierno más cerca de una condena judicial que de la reelección, el PP en Valladolid hacía cosas de adolescentes. Porque PSOE y PP son a la política española lo que al marketing Coca Cola y Pepsi. Da igual lo que haga los populares, la de millones que inviertan en publicidad y comunicación, al director que contraten, siempre existirá esa desigualdad. El PSOE tiene el monopolio de la verdad como Coca Cola tiene la soberanía popular respecto a las bebidas carbonatadas.

Y como el PP lo sabe, se ha rendido. Por eso su interterritorial, que celebraba este fin de semana en Valladolid –como ocurrencia para eclipsar el congreso federal del PSOE en Sevilla– parecía más el cumpleaños de Alberto Núñez Feijóo que un acto de partido. Llegaron y se fueron de vinos por la ciudad. Brindaron para que la próxima vez que volviera el líder nacional a la ciudad del Pisuerga fuese presidente del Gobierno, se hicieron fotos para Instagram. De España hablaron porque de alguna manera hay que justificar el fin de semana y no les quedó nada claro. El único consenso que parecieron alcanzar fue que el PSOE lo hace todo mal. Es decir, se reunieron para llegar a la conclusión a la que llega media España sin sueldo, sin poder y sin responsabilidad. Porque en el PP faltan estadistas y sobran influencers. Más allá del minuto que dura un “reel”, Cuca Gamarra no tiene nada que decir. El PP tiene la misma profundidad que María Pombo.

Valladolid fue la capital del imperio: entre San Pablo, el Palacio Real y Pimentel se decidía el futuro de España y de América. Ahora, con Feijóo en Valladolid, lo único que ha decidido el PP este fin de semana es que gobernará España si el PSOE consiente. Ni siquiera con varios ministros, asesores y la mujer del presidente en el punto de mira de media judicatura aspiran a gobernar. Lo harán si el PSOE les deja, porque el PP no sabe conquistar. No hay otro país que ofrecer al electorado descontento con la izquierda, no hay otra idea que no sea hacer exactamente lo mismo, pero sin llevarse la pasta y montar una cátedra para mangar aún más.  Los populares, desde hace años, son un partido de inmensas minorías. Llegarán a Moncloa por incomparecencia de Pedro Sánchez cuando la corrupción, que le tiene cercado, acabe salpicándole en la cara, no porque Feijóo sea capaz de llegar a la presidencia por su propio pie.

Vox sobrevive porque el Partido Popular ni está ni se le espera. La que está es Ayuso, que es una bestia de la política y después están los demás, que viven de aprovechar que su sombra es alargada.