Antonio González ‘Pescailla’ no me hubiera contratado para su grupo de palmeros, con los que interpretaba con gracejo la rumba catalana. Amén de mi falta de garbo, nunca he sido partidario de aplaudir al buen tuntún. Si regalo una salva de aplausos a Cristina Ayala, alcaldesa de Burgos, es por estar en la creencia de que a ley los ha ganado. En política el incienso es un peligroso gas letal.

Doña Cristina Ayala hizo cacharritos con los concejales de Vox, sus socios de gobierno en el Ayuntamiento de Burgos. La alcaldesa escenificó un raudo ‘divorcio exprés’ y cesó en sus responsabilidades a los ediles de VOX. El motivo no parece ser fútil, sino la diferencia de criterio sobre las subvenciones que el Ayuntamiento otorga a varias Ongs de ayuda a los inmigrantes. En el fondo del debate, una brecha de posturas ante la inmigración en sí misma.

En esta casa de El Español Noticias de Castilla y León, Cristina Ayala ha escrito un artículo de opinión que lleva por título Para el gobierno municipal de Burgos la convivencia es lo primero. Recalca la señora Ayala sobre la ciudad de Burgos: "Esto refuerza valores como la diversidad, la tolerancia, el respeto al diferente y la convivencia entre las personas". Toda una epístola contra xenofobia y el desdén al extranjero.

Los partidos que se dicen inspirados en el humanismo cristiano, deberían leer con atención lo que la Iglesia Católica pregona sobre la inmigración. El cardenal Cobo, arzobispo de Madrid se preguntaba en Vida Nueva: "¿Qué votaría Jesús ante un migrante?" Para el purpurado "los migrantes no son números, ni flujos, son personas sin etiquetas, con la única etiqueta de ser hijos de Dios". 

En esta misma línea está la Conferencia Episcopal Española. Xabier Gómez, religioso dominico y director del Departamento de Migraciones de esta Institución afirma: "Un católico no puede comulgar con el racismo ni con la aporofobia". El Papa Francisco es taxativo contra la xenofobia "que atenta gravemente contra la dignidad de las personas afectadas y sus derechos fundamentales, incluido el derecho a la vida misma y a la integridad física y moral". 

Alcaldesa Ayala, si usted cree que para regir los destinos de los burgaleses ha de inspirarse en los principios del humanismo cristiano, haga usted lo que ha hecho. Mantenga el apoyo a las Ongs que apoyan a los inmigrantes, tengan o no un DNI español. Ante todo, son personas, como recuerda la Iglesia. Sin la aportación del cristianismo a la civilización occidental no solo sus valores morales serían muy distintos, sino también sus reglas legales. Con este armazón, a usted debe darle igual que le llamen ‘la derechita cobarde’. Parole, parole, parole…

No es sostenible la doble moral de sectores de la sociedad española frente a la inmigración. Se muestran aguerridos y valerosos para frenar la ‘invasión de extranjeros’. Pero no le hacen tanto asco a los migrantes cuando cuidan a sus parientes ancianos, recogen a los niños del cole o hacen una chapucilla en los azulejos del cuarto de baño. Oímos en las homilías pues no somos sordos, pero no escuchamos y nos pasamos la doctrina de la Iglesia a rechifla y chirigota. Sin duda, un catolicismo a medida.

Doña Cristina Ayala no afloje. Tenga usted la determinación de el Cid Campeador y empuñe la Tizona para defender los derechos humanos. Usted ganará un honor, ya que yo lo doy por perdido. Por aplaudirle, me encajaran sin piedad el mote de ‘palmero’. Pero nunca tendré ritmo para las rumbas catalanas de ‘El Pescailla’.