Que las mujeres lo hemos tenido complicado durante muchos años, es un hecho. Que actualmente sigue pasando, también. Hay entornos todavía que lo tienen muy arraigado, pero gracias a la evolución y desarrollo de nuestra especie, no ocurre al mismo nivel. Todavía se da el caso que, siendo mujer y sociable, simpática, sin problemas para relacionarte con el sexo opuesto, te tachen de golfa, interesada, e incluso se equivoquen con las intenciones. Sin embargo, si eres borde o de pocas palabras, eres una mal follada, estirada, con poca cintura y demasiado exigente. No hay forma de acertar. Porque las mujeres de ahora “ya no aguantamos como las de antes”. Y menos mal. Lo que había que aguantar está desfasado, es casposo y da bastante asco. Esos negocios que se cerraban (y se cierran todavía, por desgracia) en clubs de alterne, con puro y farlopa como decorado, es rancio y lamentable. De verdad. Volved a vuestras cavernas. Por suerte para todos, esto no representa a la mayoría de los hombres. Cada vez sois menos y se os mira peor cuando soltáis comentarios de cuñado. Estáis todavía a tiempo de aprender y pedir perdón.

Hace unos días, una amiga me pasó la cuenta de Instagram @seteniaquedecir.2024. Una cuenta que, en principio, tiene el objetivo de visibilizar el abuso de poder y la violencia sexual en la industria de la publicidad. Es algo muy serio. Se publican testimonios de forma anónima con los nombres de la agencia en cuestión y, pixelado, el del “artista”. Vamos, que si conoces la agencia, es fácil adivinar quién es el tipo. Indagando un poco, salen prácticamente todas las agencias referentes en España. Las que no han salido, saldrán. No se trata de un sector en concreto, es una cuestión de machismo estructural.

Un abuso sexual es siempre grave, muy grave. Por eso creo que nos tenemos que tomar más en serio este tipo de cuentas. Está bien visibilizar y ayudar a las víctimas siempre y cuando sean casos reales y contrastados. Porque al final, si todo es violación, nada lo es. Equiparar un abuso sexual a un piropo, hace que pierda importancia lo primero. Es muy fácil señalar bajo un anónimo. Las acciones feministas deben ser profundas, no va de ponerse una medalla y subirse al carro. Es muy fácil destruir la marca de una agencia que, por experiencia personal, cuesta mucho trabajo, tiempo, esfuerzo y dinero construir. Claro que tenemos que denunciar situaciones de abuso de poder. Pero quizá no es una red social el sitio para hacerlo.

Hablaré en primera persona. A mí me han llegado a decir que tenía un cargo de responsabilidad porque seguramente me había acostado con mi jefe. Fue una compañera de la agencia. Durante los más de diez años de experiencia en el sector que tengo, no ha sido el único comentario despectivo del estilo que he recibido por parte de mujeres que trabajaban en el mismo sitio. Incluso conocidas de la universidad. Desde aquí os respondo a todas: la mediocridad y la envidia no tienen límites. ¿Me publicarán esto en la famosa cuenta de Instagram o solo se denuncia el acoso por parte de los hombres?

A las mujeres que estáis ahora estudiando os doy un consejo: trabajad para ser las mejores y conseguir el puesto que queráis. Por méritos propios. Por vuestro sacrificio. Porque os lo habéis ganado. Porque habéis sido superiores en esa entrevista de trabajo. No exijáis un puesto por el famoso 50-50. Y, aunque os sorprenda, el mismo consejo se lo pueden aplicar los hombres. Seamos realmente igualitarios.

Me chirría el movimiento feminista actual. No me siento identificada. Y como yo, muchas mujeres. No entiendo la venganza que este feminismo está tratando de llevar. Parece como si tuviesen que pagar los hombres de ahora todo lo que han tenido que pasar las mujeres de antes. Dejemos el rencor (que no es más que una mezcla de debilidad y rabia) a un lado y hagamos las cosas bien, sin aprovecharnos de la discriminación positiva que Irene Montero nos ha querido imponer.