Cuando llegué a las Cortes de Castilla y León, elegida como presidenta de la Cámara, me encontré un espacio inmenso y empecé a pensar en todo lo que podíamos hacer allí, teniendo en cuenta que venía del Ejecutivo y que había ocupado el cargo de consejera en departamentos con una intensa actividad y que son neurálgicos para nuestra Comunidad: medioambiente, cultura y turismo, agricultura y ganadería. Además de aprovechar mi conocimiento, sentía la necesidad de darle utilidad.

Disponíamos de 20.000 metros cuadrados que se distribuían entre un inmenso hall que podía albergar todo tipo de actividades culturales, un salón de actos impresionante para dar cabida a todo tipo de eventos, espacios para celebrar reuniones, seminarios, actividades formativas...

En definitiva, ya que teníamos que pagar todos los gastos de mantenimiento que el edificio tenía era imprescindible que diera servicio a la sociedad, sobre todo teniendo en cuenta que está prácticamente vacío 26 días al mes, ya que los parlamentarios no tienen dedicación exclusiva. Somos el único Parlamento de España con esta dimensión en el que sucede esto, quiere esto decir que los parlamentarios mantienen sus trabajos y solo acuden a las Cortes cuando hay Comisión o Pleno, celebrándose estos, cada 15 días y con una duración de dos días cada sesión plenaria. Este es el único momento en el que el edificio está más ocupado.

CÓMO SE INICIÓ TODO

Reconozco que se me ocurrieron muchas iniciativas fruto de mi experiencia y conocimiento y gracias al excelente equipo que trabajaba conmigo y a los funcionarios de las Cortes, juntos empezamos a desarrollar todo tipo de actividades. Así nacieron las becas para artistas, las exposiciones en el hall principal, un día para encontrarnos con los inmigrantes asentados en las nueve provincias, la celebración de los días mundiales de la enfermedad mental, del autismo...

Y entre ellas apareció Dulce Tentación, siempre había creído que el trabajo que hacían las monjas y los monjes en los Monasterios repartidos por todas las provincias de Castilla y León era encomiable ya que al visitarlos cuando ocupé el puesto de Consejera de Cultura, me había permitido vivir su dura realidad. Somos la comunidad con el mayor número de Monasterios de España y las comunidades religiosas hacían posible que siguieran abiertos y que se desarrollaran labores de mantenimiento imprescindibles. ¡Su trabajo es impagable! No podríamos mantener con dinero público todo lo que hacen y este valioso patrimonio histórico del que disfrutamos se arruinaría pronto. Siempre que los visitaba me llevaba un montón de peticiones de arreglos a las que no podíamos llegar porque no teníamos medios suficientes para hacerlo. Les agradecía su magnífica labor y me comprometía a hacer todo lo que pudiéramos.

Estando ya en las Cortes pensé en cómo ayudarles y se me ocurrió organizar una feria de dulces elaborados en los monasterios. Parecía sencillo, pero no lo era, los monasterios no son fábricas, ni la producción, ni la logística están preparadas para elaborar de forma inmediata.

Teníamos que encontrar un/a aliado/a en este proyecto y recordé que en una reunión que había mantenido estando ya en las Cortes había recibido a una persona que conocía directamente el mundo de los Monasterios y de las monjas, se trataba de Mar Frontela. Me había visitado con Carmen Blanco, antigua compañera de mi etapa de gerente de servicios sociales en Segovia.

Decidí ponerme en contacto con ella y le propuse trabajar en este proyecto. Estábamos realmente emocionadas. Me hacía una enorme ilusión retomar mi contacto con las comunidades religiosas y los monasterios y hacerlo de la mano de alguien que conocía al milímetro a cada una de las monjas que estaban en el territorio. Tuvimos que iniciar las tareas con mucha antelación para poder tener todo listo para diciembre de 2015. Había que hablar con las monjas y generar la confianza suficiente para que pudieran empezar a producir con el tiempo necesario para tener todo listo. Se trata de producción artesanal y requería una organización precisa para llegar a tiempo.

Y lo conseguimos. Era el año 2015, primer año de la legislatura, el trabajo de Mar Frontela fue espectacular, teníamos veinte monasterios y sus monjas/es vendiendo sus dulces en las Cortes de Castilla y León. El éxito fue abrumador, vendieron todo, se quedaron sin existencias y en dos días habían conseguido vender lo que vendían en seis meses en cada uno de sus monasterios. 

Habían dado a conocer la riqueza que tienen en cada uno de los lugares en los que se sitúan en las nueve provincias de la Comunidad, se habían presentado para poder recibir la visita in situ de todos los que se habían acercado a las Cortes durante los tres días que había durado la Feria.

Cuando pensamos en el nombre se nos ocurrió que tenía que ser atrayente y lo ligamos con una vidriera en forma de rosetón, ya que es uno de las señas de identidad de nuestros Monasterios. Hicimos un folleto con una descripción de los 20 monasterios participantes para que los visitantes los pudieran ubicar y después acudir a visitarlos.

La iniciativa resultó más exitosa de lo que habíamos pensado, continuamos con ella en los tres años siguientes y en cada ocasión iba a más y la íbamos acompañando de más actividades de carácter cultural.

Lamentablemente en el 2019 dejó de celebrarse, y más lamentable aún fue el fallecimiento de Mar Frontela como consecuencia de una enfermedad que llevo con una entereza admirable manteniéndose al pie del cañón, e impulsamos la iniciativa para que se mantuviera, incluso se puso en contacto conmigo para intentar reflotar el encuentro en algún otro lugar en el que se pudiera celebrar.

Ahora, seis años después, ha vuelto Dulce Tentación. Me alegro muchísimo de que algo que funcionaba vuelva a estar donde comenzó y que todo el trabajo que se hizo tenga continuidad. Las comunidades religiosas necesitan ayuda y los que compramos sus dulces estamos deseosos de disfrutarlos durante estos días de Navidad. ¡Enhorabuena y Feliz Navidad!