Se cumple un año de la muerte de mi abuela Clotilde. Desde entonces la llevo puesta como un vestido, la siento como un fantasma y me parece haber heredado su energía y su coraje. A mi hermano también le ronda, y a mis padres, la sentimos cerca, la sentimos viva en nosotros, que suena a frase de homilía pero es lo más cercano a la realidad que puedo escribir.
Hace un año al tanatorio llegaban los parientes, los amigos, los vecinos, apenados. Pero algunos entre los mayores, incapaces de disimular, admiraban los detalles. Pareciera que más que el pésame, nos diesen la enhorabuena. Muy berlanguiano. Desconcertante y comprensible. "¡Ay, Lucía, pero qué maravilla, qué maravilla! ¡Qué muerte! ¡Quién me la diera!" Y se alejaban suspirando, rezando por una igual para sí. En la vejez, en casa, cuidados por sus hijos, arropados las últimas semanas por una enfermedad sin importancia. Un sábado al ir a acostarse, una embolia, unos minutos. No les faltaba razón a las vecinas. La abuela, en paz descanse, tuvo una muerte ideal. Ojalá todas lo fueran.
"Quiero morir limpia y seca", dice el personaje de Tilda Swinton en "La habitación de al lado", la última -bellísima en mi opinión- película de Almodóvar. Una vez que conoce los detalles de su inminente desahucio vital, decide algunos términos de su propio final. Su muerte es un cuadro de Edward Hopper.
En los Goya, a la vuelta de la esquina, compiten tres películas que abordan el final de la vida desde el afrontamiento, que por paradójico que resulte, es algo infrecuente en realidad. Lo corriente es eludirlo y postergarlo... hasta la muerte.
"Polvo serán", como la de Almodóvar, habla de la eutanasia -y es un musical-. "Los destellos" trata los cuidados paliativos y ofrece otra mirada al desenlace. En los guiones hay serenidad, bondad, reflexión. El cine, siempre a nuestro servicio para presentarnos lo que cuesta mirar, para ayudar a digerir la realidad con el filtro de la ficción.
La película de José Carlos Pastor la estamos viendo en otra pantalla, la del móvil, pero es pura verdad. Encarada desde la consciencia, la lucidez y la honestidad. El profesor, una eminencia indiscutible, fundador del IOBA y catedrático de la UVa, se encamina a la muerte por culpa de un cáncer terminal y lo hace con un último servicio a la ciencia, una última clase magistral. Lleva meses mostrando en sus redes su propio declive físico y su paralelo contrapeso moral. Su aprendizaje: "Hace unos meses las palabras 'paliativos o dejar sin tratamiento' me hubieran traumatizado. Hoy las acepto con absoluta naturalidad." Por recomendación de su médico de paliativos se ocupa en no dejar cuentas pendientes, pedir los perdones atascados y expresar amor y gratitud. Elemental y revolucionario.
"Hay que tener el seguro de los muertos pagado; la vida, vivirla y, cuando toque, pues para arriba" decía hace unos días Noah Higón, con 26 años y siete enfermedades raras. Aprender a despedirse, a irse en paz: heroicidad y honor al alcance de unos pocos mortales.