Hay un pacifismo santurrón, como de nata y merengue, un rebrote de hippies pero con cargo institucional, un 'NO A LA GUERRA' a cualquier precio, incluso el de Ucrania invadida, arrodillada y rusa. Aquí es donde los extremos se tocan y Podemos, Sumar y Vox configuran un mismo bloque de política exterior. Los que no tienen política exterior son el PSOE y el PP, por eso precisamente Sánchez tiene a Albares, que lo único que sabe de exteriores es ponerse el uniforme de diplomático. El Sáhara Occidental ya si eso para otra legislatura.
En España crecen los prorrusos como setas en primavera, das una patada a una piedra y te aparece un tipo justificando que Putin no es un tirano, ni un señor de la guerra. A este paso, entre tanto bot va a haber que crearles un epígrafe en la clasificación de actividades económicas para asegurar nuestra jubilación. Aquí el CNAE lleva sin revisarse desde el siglo XVII. Es un listado como una ciudad antigua, dividida en gremios, donde es más fácil encontrar un curtidor y un platero que a un ama de casa.
Porque España sigue siendo una sociedad barroca, de retablo, y entremés. Y gremios estancos. Antes había aprendices y ahora becarios, que salen muy verdes de la universidad, pero por lo menos hace tres siglos tenían derecho a agua, pan y un jergón. También el Kremlin tiene becarios con Twitter, columna o tertulia de opinión. Y las redes parecen una iglesia ortodoxa, pero con Putin sobre un altar.
La similitud entre un bot y uno de estos becarios a sueldo o sin sueldo es la inteligencia artificial. Nacen más bots prorrusos, que niños en España cada día. Y lo único que sabemos del futuro es que los hay que quieren que los robots paguen Seguridad Social. Yo empezaría por crearles una categoría específica en el CNAE a estos bots rusos y que coticen si queremos hacer viable las cuentas.
Cantaba Sabina aquello del que "las niñas ya no quieren ser princesas" y a mí el miedo que me da no es que los niños no quieran ser futbolistas, sino que quieran ser bots rusos y en vez de recitar a Gloria Fuertes en el colegio te canten como papagayos las ideas que llegan directas de Moscú.
Entre los espías rusos, como el matrimonio descubierto en Argentina de tapadera para la KGB, y los bots, que son legión, lo que ya no sabe uno es si queda alguien normal en este solar.