Resulta una pena que no corran buenos tiempos para los filósofos, porque habrían encontrado en nuestra Castilla y León extensa, ausente y contradictoria, un paraíso para devanarse la sesera. Esta es una tierra de territorios, autonomía de dos reinos, región sin capital y gentilicio sin identidad. Una comunidad tan particular que el futuro fue engullido, quizá sin remedio, por un pasado heroico.
Aquí habrían andado entretenidos Zenón, Epiménides o Aristóteles. Puede que incluso Schrödinger no hubiera echado en falta a su gato ni René Barjavel matado a su abuelo como colmo de viajero cuántico imprudente. Porque si Galicia es tierra de meigas, Andalucía de emoción y Valencia de pólvora, Castilla y León esconde entre sus pliegues un sinfín de paradojas. Que "haberlas, haylas".
Una de las paradojas más actuales y recurrentes para los castellanoleoneses (según la RAE) o castellanos y leoneses (según el Estatuto de Autonomía, para evitar la ira constante de los "haters" leonesistas) es la paradoja sanitaria. Castilla y León tiene, a la vez, los segundos servicios sanitarios mejor valorados de España y es paradigma del abandono de la sanidad pública. Los ciudadanos otorgamos un 6,68 al funcionamiento del Sacyl (nota por encima de la media nacional y solo superada por Asturias, con un ligeramente superior 6,72 en la última edición del Barómetro Nacional del Ministerio de Sanidad), al mismo tiempo que son frecuentes las "mareas blancas" para protestar por la gestión que realiza el PP desde hace treinta y ocho años. La última, el pasado fin de semana, con un discreto respaldo tras las pancartas de siempre.
Cuatro de cada diez consultorios locales de toda la geografía nacional están en esta autonomía gigante, dispersa y con un mundo rural agónico. Faltan profesionales médicos que quieran atender los pueblos y recorrer una media de cincuenta kilómetros diarios para abrir las consultas en unos centros de salud cerrados, por cierto y sin embargo. Desde hace quince años, Castilla y León mantiene el liderazgo en la gestión de la Atención a la Dependencia. Hay interminables listas de espera, exceso de carga de trabajo, es imposible conseguir cita y los especialistas huyen a otras latitudes. Pero el médico te atiende en tres días. La experiencia como paciente y familiar de pacientes es de profesionalidad, eficacia y esa empatía imprescindible que debe llevar en los bolsillos todo el que vista una bata blanca.
La sanidad en Castilla y León es líder y fallida, modélica y esquilmada, generosa y egoísta, pública y privatizada, aplaudida y abucheada. Es, a la vez, el orgullo compartido de un sentimiento autonómico inexistente y una losa para un territorio en paliativos. En definitiva, una complicada y filosófica paradoja. El nieto que viaja en el tiempo y mata a su abuelo antes de que tuviera hijos. El huevo o la gallina. El gato vivo y muerto en la caja.