almendro 2017 barca Figueira (1)

almendro 2017 barca Figueira (1)

Portugal

Miles de españoles pasan a Barca d'Alva a vivir el Almendro

6 marzo, 2017 04:41

Almendros en flor, el paisaje que corta la respiración. La flor del almendro proporciona los meses de febrero y marzo un espectáculo de colores que se extiende por los valles del Duero. Un paisaje verde oscuro que adquiere tonos más claros, transmitiendo una sensación de paz y deslumbrando a cualquier persona.

Este es el paisaje que se encontraron los miles de españoles que descendieron, desde La Fregeneda, las empinadas cuestas de los arribes del Águeda en su camino a Barca d'Alva. Es la Fiesta del Almendro en el lado español, es la Rainha da Amendoeira em Flor en el concejo de Figueira de Castelo Rodrigo y su freguesía de Escalhão, a la que pertenece Barca.

Los primeros brotes de la flor de la almendra asoman un mes antes de la primavera, anunciando, sin demora, la estación más florida del ciclo anual. Desde la segunda semana de febrero hasta los primeros días de marzo las almendras florecen y el Duero adquiere una imagen nueva, más colorida, pura y serena. Los valles desvestidos por el invierno se visten con una nueva ropa de tonos blancos y rosas.

Con este manto de color y aroma, mezclado con el azahar de los naranjos y el olor a río, Barca d'Alva acoge un inmenso mercado que se convierte en lugar de peregrinación para miles de españoles, no tantos portugueses, que buscan encontrar lo que no esperan. Cientos de puestos de todo tipo de baratijas, textiles, alimentos, ajuares... Todo se vende y todo se compra. En el trajín de esta ingente marabunta por las estrechas calles del hermoso pueblo fluvial, el viajero avanza al hallazgo del recuerdo. Es el cadáver que aún quiere expirar de la antigua estación de tren de Barca d'Alva... Cuántos recuerdos llegan, cuántos momentos de intensidad histórica quedan anclados a las vías que se oxidan y los tablones que se pudren.

La emoción embarga el paseo que requiere regreso al centro del pueblo. Cada vez llegan más visitantes. Todos los rincones, jardines, cunetas, predios y laderas se convierten en un inmenso comedor. Es el día, la meteorología acompaña en estas profundidades de la meseta a 130 metros sobre el nivel del mar, para degustar la comida en el campo. Es la tortilla de patata y también la chuleta fría, la ensalada o el hornazo.

El viajero, junto al presidente Paulo Langrouva, Nelson, Hugo, Antonio y Jacinto, da buena cuenta, casi lamiendo las aguas del Duero, del pollo y el pulpo asado, de la choriza y la alheira. Es el regusto del sabor gastronómico portugués, como esa pareja que, feliz, revive casi con los pies en el río el beso del primer amor. El día da para todo.

Acercarse al Duero es realizar un viaje por sus aguas que permite contemplar la diversidad paisajística, disfrutar de su naturaleza entre los viñedos y convivir con los amigos en una experiencia única de placer y paz... Es introducirse -en el catamarán 'Junquera' de Dário que pilota su hijo Abilio, el que estudia en Viseu con Frederico, y que con precios más que asequibles permiten otra oportunidad al ocio de calidad en recorridos de 20/25 minutos y 5 euros - en la historia de España y Portugal, en dos culturas que van de la mano, como ristras de los poemas de Guerra Junqueiro, cuya quinta/casa se yergue majestuosa confundida con el verde de las viñas en un otero de la mitad de la ladera.

Visitar Barca d'Alva, con muy pocos habitantes en el año, pero acogedores y excelentes personas como Sergio Pinto -que inmortaliza de manera magistral los colores del Duero en instantáneas 'Sansumg'-, es toparse con una aldea que fue durante un siglo el punto en que se unían las líneas ferroviarias que conectaban Salamanca con Oporto. Barca d'Alva ofrece sosiego, paz y esa inmensa calma que solo pueden brindar estas aldeas fluviales de olor a pez y brisas con sabor a vino.

Cuando cae la noche, en la intimidad de una casa ribereña, de esas que guardan el aroma de la abuela, cuya calle desemboca en el Duero, el viajero da cuenta de una feijoada y queso con bolo que ofrece la hospitalidad de la familia Santos, la de Hugo.

Siguiendo con el placer de una suntuosa mesa, el viajero recuerda las palabras que escribió Guerra Junqueiro a su amigo João Penha, en 1869. “(…)Que belo vinho! Que esplêndidos charutos! E que tipos pantagruélicos! Estou deliciosamente deitado sobre um sofá, entre os aromas da poesia, do vinho e do charuto, poesia luxuriosa e cortante, vinho ardente e charuto espanhol!”.

(Qué buen vino! Qué espléndidos puros! Y qué tipos pantagruélicos! Estoy deliciosamente acostado sobre un sofá, entre los aromas de la poesía, del vino y del puro, poesía lujuriosa y mordaz, vino ardiente y puro español!)

Cuando el viajero cruza el puente internacional sobre el Águeda, en la noche oscura de los arribes y la frontera, ya en la soledad del Día del Almendro, a su memoria llega el eco del hogar añorado, en versos de Abilio Guerra Junqueira, aquel lar de los padres ya en vuelo infinito y también de río y Duero y viñas y cabreros:

Ai, há quantos anos que eu parti chorando
deste meu saudoso, carinhoso lar!...
Foi há vinte?... Há trinta?... Nem eu sei já quando!...
Minha velha ama, que me estás fitando,
canta-me cantigas para me eu lembrar!...

Fotos LUIS FALCAO