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Portugal

Alfândega da Fé, el ‘Valle del Nilo Portugués’ que cautivó a los árabes

30 abril, 2017 15:43

La primavera es tiempo de viajes y naturaleza. Es tiempo de vida y colorido. Es tiempo para que el viajero emprenda viaje al centro de Portugal, a las tierras bañadas por el río Sabor. Es, lo que se conoce, como el ‘Vale do Nilo Portugués’. Es, en resumen, Alfândega da Fé. Un concejo cuyo nombre nos remite a la historia de Portugal. Un topónimo que se remonta a los tiempos de la ocupación árabe de la Península Ibérica. Muchos son los rasgos hereditarios que la civilización musulmana dejó en esta tierra ‘quente’, desde su propio nombre hasta el cultivo de la propia tierra.

Corría el siglo VIII cuando los árabes, de conquista por la Península Ibérica, llegaron a estos parajes del Sabor y, de tan apacible y hospitalaria que encontraron la región, se establecieron en estos lugares de altos y bajos y también fecundos valles. En el lugar, concretamente donde ahora se asienta un moderno pelourinho y un mirador, construyeron una fortaleza para colonizar estos territorios. De ello, nada queda, cuyas piedras, como las piedras de otros muchos lugares, fueron destinadas a la contrucción civil de calles y edificios. El viajero, recreando la visión hacia los confines, observa el resquicio de aquellos tiempos, el mirador que se pierde entre profundos valles y cultivadas laderas.

Al poblado dieron el nombre de ‘Alfandagh’, vocablo que significa hospicio, posada o frontera. La palabra Fé fue adicionada más tarde, cuando la reconquista, como reconocimiento de la devoción y empeño de las gentes de esta región en la defensa de la Fé Cristiana. Al menos, según comprueba el viajero, así reza la ‘Lenda dos Cavaleiros das Esporas Douradas’, -resumen al final del texto- inmortalizada por las manos del maestro José Rodrigues, en un panel cerámico que puede ser contemplado en el Mercado Municipal.

No obstante, la ocupación del territorio es mucho más antigua. Los vestigios arqueológicos encontrados en el concejo relatan un poblamiento mucho anterior a las invasiones musulmanas. Son las Pedras Escristas ‘Ridevides’ y de las ‘Ferraduras’, un conjunto de grabados posteriores al paleolítico situados en la freguesía de Eucísia, o los diversos castros que confirman esta teoría.

Tierra antigua, de gente humilde y trabajadora

Paisajes de naturaleza en la Terra Quente Transmontana, Alfândega da Fé

Alfândega da Fé vio reconocida su importancia, como tierra de historia y de gente humilde y trabajadora, cuando el 8 de mayo de 1294, D. Dinis le atribuyó el primer fuero. Posteriormente, el 1 de junio de 1510, D. Manuel confirmó este privilegio.

A pesar de haber sufrido a lo largo de los tiempos alteraciones en los límites geográficos –los actuales datan de 1855-, el concejo tuvo siempre como elementos de referencia la Serra de Bornes al norte, el valle del río Sabor al sur, el planalto de Castro Vicente al este y el valle de la Vilariça al oeste.

Villa y sede de un concejo con poco más de 5.000 habitantes, Alfândega da Fé está situada en el Nordeste Transmontano, en la zona de transición de la Terra Fria a la Terra Quente Transmontana, y está integrada por 12 freguesías distribuidas a lo largo de 321,95 km2.

El viajero, una vez descubiertos los datos históricos, sale al encuentro de una tierra donde, aún, se escucha el silencio. Es la embriaguez de sus montes fastuosos, de los admirables colores, de la riqueza y la diversidad paisajística y natural. Los almendros en flor, los cerezos con ese color rosa... La flor de cereza es una de las visiones más hermosas para contemplar, debido a sus colores brillantes. Los campos en plena flor, durante la llegada de la primavera, son una de las vistas más hermosas que alguien pueda percibir. Los castaños verdes y las retamas amarillas completan el cuadro que aromatiza la lavanda. Una lasciva vegetación que convierte en único y singular el paisaje serrano. La altura del horizonte de sierra –de cotas superiores a los 1.200 metros-, a la vez que los valles del río Sabor y Vilariça, la belleza de sus presas, invitan al viajero a un contacto y deleite natural.

En el recorrido por el lugar, con una brisa que suavizaba el calor de una primavera veraniega –momentos de 28ºC-, el viajero aprecia que los recursos naturales sin duda alguna son, sino la principal, si la más importante actividad del concejo. De una parte, están todas las potencialidades turísticas ofrecidas por un territorio que oscila entre los 1.200 y los 700 metros de altitud, con valles, sierras, meseta y un paisaje al sur moldeado por la albufera del bajo Sabor. La caza, el turismo activo y de contacto con la naturaleza encuentran aquí condiciones de excelencia.

Infraestructuras turísticas de alta calidad

El recorrido por el concejo, en su ruta matinal, finaliza en el Hotel Spa de Alfândega da Fé (www.spahotelalfandega.com), en plena Serra de Bornes. Sin lugar a dudas, la infraestructura turística de alta calidad, que se ha convertido en imagen de marca del concejo, con un spa suspendido, al aire libre, ofreciendo una de las más deslumbrantes vistas del Nordeste Transmontano.

Comienzan también a nacer centros de turismo rural con bastante calidad y diferenciados como es el caso del proyecto Bela Vista Silo-Housing na Eucísia (www. http://belavistasilohousing.pt/) o de las Casas do Bairrinho em Sambade (http://www.casasdobairrinho.com/). Las antiguas escuelas primarias transformadas en alojamientos rurales (https://www.descobriralfandega.com/descobriralfandega) son otra de las opciones disponibles. Para quien quiera conocer más de la historia y cultura de este concejo puede programar junto a la Oficina de Turismo visitas guiadas a los principales puntos de interés turístico y cultural.

En este campo merecen referencia la Casa da Cultura Mestre José Rodrigues, la Torre del Reloj y la zona vieja de la Villa, e incluso, hasta el Museo al Aire Libre compuesto por un conjunto de esculturas, paneles cerámicos y pinturas murales. Para quien desee adentrarse aún más en las tradiciones y cultura local existe también el Centro de Interpretación del Territorio (CIT), en Sambade, la única aldea del concejo integrada en la red de ‘Aldeias de Portugal’. Donde la máscara transmotana, el pastoreo, la naturaleza y las labores de antaño con todo el compendio de útiles, son herramientas, ahora, para conocer el ayer.

La jornada del viajero en su caminar por estos montes y valles del río Sabor –el de los peces- finaliza en el Santuario de Santo Antão da Barca. Pero también puede visitarse el Santuario de Cerejais. El primero, trasladado piedra a piedra y panel a panel, de la orilla del Sabor, que ahora está anegado por la embalse que lame las laderas de Moncorvo, Mogadouro, Macedo y Alfândega, hasta la cima de un montículo desde donde observa majestuoso –no el pequeño cauce encajonado de antaño-, el gran lago del Sabor y el contínuo fluir de vehículos por una moderna carretera.

Por otro lado, la agricultura y sus labores anexas son una de las principales actividades de las gentes del concejo. Extraen productos agrícolas de mucha calidad y una cooperativa agroalimentaria de aceite, almendras, castañas y hortofrutícolas –como la cereza- se convierte en una oportunidad de desarrollo. La agricultura y la industria agroalimentaria, el turismo en sus más diversas vertientes –activo, cultural o religioso- son fundamentales cuando se habla de atracciones del terrritorio y son elemento esencial para reforzar la marca Alfândega da Fé a nivel regional y nacional.

Por ello, a esta zona la llaman el ‘Vale do Nilo Portugués’. Es el silencio y la paz en un paisaje idílico que ya descubrieron los árabes. Es la gastronomía con productos de primera calidad... es la armonía que produce la naturaleza en estado inmaculado, cachis!

FOTOS LUIS FALCAO