Os Prazeres en Bemposta, la devoción de un pueblo que vive
Cuando el viajero llega a Bemposta siempre es un nuevo mundo de recuerdos, añoranzas, saudades y respeto, el que sale a su encuentro. La aldea de Bemposta, un paisaje deslumbrante que ofrece al visitante toda la riqueza de un patrimonio transmontano y de frontera con el Douro/Duero como testigo y que, aún a pesar de los enfoscados y modernismos rancios, guarda como un tesoro. Es el paseo que va del Castelo a las casas blasonadas, pasando por el Ponte Romano, por las ruinas del Castelo de Oleiros y por el Solar dos Marcos. Un núcleo elevado en la cresta de una colina que muere en las bravas aguas del Duero, que origina un paisaje irresistible al viajero, en el que destacan la Faia de Água Alta y la Faia do Cuco.
En este recorrido por Bemposta merecen la pena visitar sus edificaciones religiosas, como la Igreja Matriz, las ermitas de Santo Cristo y São Sebastião, la Capela de Santa Barbara y el Pelourinho. Es la tierra, además, de diversidad en las celebraciones tradicionales como el Grupo de Pauliteiros, el Chocalheiro, la Festa da Formatura, la Paga do Vinho do Noivo o la Festa das Vindimas. Las tradiciones religiosas se extienden a lo largo del año. La comunidad honra a São Pedro, el patrón de la aldea y tiene sus propias preces y oraciones en la Festa de Nossa Senhora dos Prazeres.
Una imagen que identifica a Bemposa, Os Prazeres
Todo comienza por los años 60, cuando ante la inmensa emigración de los vecinos, se buscó desde la comunidad una fecha que reuniese, nuevamente, a todos los naturales del pueblo. De esta forma se instituyó el segundo domingo de agosto para celebrar la fiesta de Nossa Senhora dos Prazeres manteniendo idéntico ritual que en tiempos pasados.
Una distinción es la elección de los mayordomos/mordomos el día de San Pedro, quienes serán los encargados de organizar toda la fiesta. Para ello se organizan torneos, juegos, rifas, se encargan de las casetas de bebidas en todas las fiestas -tienen exclusividad salvo para juguetes-, pedir esmolas/aguinaldos y, cómo no, con todo ellos confeccionan un programa festivo que, a buen seguro, no quiere quedarse atrás del organizado por mayordomos anteriores. Este año le ha tocado en suerte al primo Hugo. Por ello, el viajero ha gozado de la inconfundible amabilidad portuguesa, representada en la familia, con la mesa siempre llena.
Es la época en que los emigrantes -muchos- regresan a vivir la devoción y la fiesta. La convivencia en las muchas terrazas, en la plaza durante los bailes, en los cafés y también en las solanas y poyos de las puertas a la búsqueda de una bocanada de aire fresco o evitando el rigor de un verano intenso. De por medio, quedan los coloristas arcos que embellecen las principales calles por donde pasará la procesión.
Si hay fiesta en Bemposta -sobre todo los más jóvenes que apuran la noche hasta llegadas las claras del día- las festividades religiosas se inician el sábado en la caída del día, con la procesión del Senhor dos Aflitos. Ya en domingo, allá, sobre las 15.30 horas, tras las comidas familiares -qué exquisitez de abundancia, platos, sabores y olores en todas las mesas-, y con las mejores galas, los vecinos comienzan a concentrarse en la alta explanada de la iglesia los vecinos. Con el silencio de la aldea y el recogimiento vecinal se traslada la imagen Dos Prazeres desde la ermita de São Sebatião, hasta la iglesia parroquial. Eso sí, no podía faltar el siempre acompañamiento de la Banda de Música, en esta ocasión la Banda Filarmónica de los Bomberos Voluntarios de Mogadouro, así como los pendones y mangas de todas las cofradías locales. Todos los actos marcados por el estruendo de las bombas.
Sermón, amplio sermón, por un predicador. Luego las ofrendas. Qué emoción la entrada de la gaita de foles, la caja y el bombo en el templo. Sonido majestuoso, virtuosismo musical y el sentimiento que colleva 'O Santo António' -esa melodía religiosa que 'pone la piel de gallina' en la suavidad de las notas musicales que se hacen escala en la sonoridad del templo. Y comienza la procesión mientras repican las campanas, suena 'La saeta' por la Banda de Música y en el cielo despejado atronan las bombas. Es la fiesta de Portugal.
Los penitentes pagan sus promesas
Primero los hombres abriendo todo el cortejo. Después, en perfecto orden estipulado pro la tradición, las mangas, cruces y estandartes. Sale la imagen de la Virgen a hombros de los portadores y el acompañamiento de los mayordomos. Cánticos religiosos y música, plegarias en silencio y oraciones que se bisbisean... Al paso de la procesión, muchas ventanas, balcones y balconadas están engalanadas con colchas y flores.
Tras una larga procesión, el cortejo religioso llega a la plazoleta de la capilla de São Sebastião donde se ha habilitado una larga alfombra roja para el paso de la Virten y los penitentes. La imagen, expuesta para su adoración en la entrada de la ermita, recibe la ofrenda de los niños nacidos durante el año. En la calle, comienza el peregrinar de rodillas de los penitentes por la dura piedra de granito que, de esa forma, pagan sus promesas, también descalzos o, simplemente, de pie. Todo es cuestión de rendir pleitesía a Nossa Senhora dos Prazeres. Es, para el viajero, junto al ofertorio de los gaiteros, el momento más emocionante de toda la fiesta. Es la manifestación más real de la devoción de Bemposta en sus creencias, ritos y costumbres. Es, se quiera ver como se quiera, la tradición que alimenta la existencia de un pueblo y su comunidad.
El viajero abandona Bemposta, ya entrada la noche, cuando en la plaza suena la música de una moderna orquesta, los mayordomos hacen las últimas colectas en las barras de bebida, sigue la rifa en una improvisada tómbola, y se sumerge en las primeras brumas frescas que suben del Duero en la noche de calima, cuando baja hasta Cardão do Douro –el embalse de Bemposta- para ascender hasta Fermoselle y seguir, en la noche estrellada, hasta la ciudad del Tormes, dejando atrás a la familia -rica en la convivencia, exquisita y amplia- y a los amigos, que se funden como las estrellas fugaces que iluminan la noche. Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro, cachis!
FOTOS LUIS FALCÃO