Pinhel no para ni en verano
Hablar de Pinhel es hablar de un continuo carrusel de actividades, tanto culturales, turísticas, empresariales o festivas. En este andar anual, el municipio se encuentra metido de lleno en el bullir de las Fiestas de la Ciudad, en el que su presidente, Rui Ventura, es parte importante en el transcurrir de estos eventos.
Unas Fiestas de la Ciudad que comenzaron oficialmente el sábado con la apertura del Water Slide Festival que, de esta forma, regresa a Pinhel por segundo año consecutivo. Durante todo el fin de semana, este evento tuvo las puertas al público en la zona del Barrio do Outeiro, y proporcionó momentos únicos de diversión, con una rampa acuática de 500 metros y muchos otros atractivos -aulas de hidrogimnasia y zumba al aire libre, áreas dedicadas a los más pequeños y zonas de descanso y alimentación.
Ya en el jornada del domingo, el programa de Fiestas de la Ciudad contempló la realización de una gran corrida de toros, en el Campo Astolfo da Costa. Este mismo día, por la noche, comenzó una nueva edición de los divertidos y siempre concurridos Juegos Freguesias Sim Fronteras, que se prolongarán hasta el día 23, jornada dedicada a los más pequeños (sub 13). Siempre en el Polideportivo da EB2 de Pinhel. Una atracción nocturna que logra concentrar a más de un millar de vecinos, tanto de Pinhel como de sus freguesías, que se divierten, participan y juegan.
En cuanto a la corrida/tourada, intervinieron los grupos de forcados de Chamusca y Coimbra, que sedujeron al público portugués que casi llena el coso de la plaza de toros de Pinhel, donde se celebró una corrida ‘a la portuguesa’ y que, como colofón a la misma, también sonó ‘Paquito el Chocolatero’ y, cómo no, 'La chiclanera' y la más conocida, 'La Campanera'.
Todos los rejoneadores, Rui Fernandes -que juega en otra división-, Francisco Palha, Joao Salgueiro da Costa y, la novedad, el joven de 16 años Duarte Fernandes que hizo su presentación pública y, además, fue la gran atracción por un rejoneo jóven, emotivo, de riesgo, una apuesta por la frescura y, ojo a este chico-, quienes dieron una vuelta al ruedo tras las respectivas lidias.
De manera especial, el público ha ovacionado las seis ‘pegas’ de los forcados a los seis toros de la tarde, que han sido muy vistosas, especialmente la quinta, donde el forcado de cara aguantó la severa embestida del morlaco.
Se lidiaron toros de la ganadería lusa de Rodolfo André Proença, de buen juego, en general.
Sobre los forcados
La influencia española sobre Portugal se deja notar en muchas de sus costumbres, como por ejemplo en el arraigo de la tauromaquia. Si bien de influencia española, los portugueses tienen una costumbre taurina particular: los forcados. Esta variedad de toreo es propia del folklore portugués y viene, en parte, por la prohibición que se hizo en el siglo XIX de dar muerte al toro, prohibición que se mantiene en la actualidad.
Toda tourada, nombre que dan los portugueses a las corridas, finaliza con su correspondiente espectáculo de forcados. Después de la lidia a caballo (el rejoneo) y a pie (con muleta), llega el turno de estos forcados, grupos de ocho personas cuya misión es la de inmovilizar al toro con sus propias manos y a pecho descubierto, aguantando la embestida del toro, acción que recibe el nombre de ‘pega’.
Aunque es una tradición que se instaura en el siglo XIX, este curioso oficio viene de muchos siglos atrás, de cuando las primeras corridas de toros. En éstas, celebradas en plazas públicas y sin los medios de ahora, corría siempre el riesgo de que el toro se escapase y, si se daba el caso, se recurría a un grupo de hombres, conocidos primeramente como monteiros, para que lo detuvieran, maniobra que se conoce como la pega.
Este arriesgado ejercicio de virilidad ha encontrado adeptos fuera de las fronteras portuguesas. Países como México o incluso Estados Unidos ya tienen sus propios grupos de forcados, muchos de ellos formados por inmigrantes o descendientes de portugueses.
Pero los forcados es raíz, esencia, rito, tradición, leyenda… es la emoción de una ‘pega’ y el aplauso cerrado del público cuando expulsa el aliento al observar que todo acaba bien, cachis.
FOTOS LUIS FALCAO