Intercéltico Sendim cierra con un salto cualitativo en calidad y mestizaje musical
El Festival Intercéltico de Sendim, que dirige Mario Correia -director de Centro da Música Sons da Terra- bajó el telón de su 20ª aniversario con satisfacción generalizada, tanto en la organización como en el público. Así, cabe destacar el salto dado en la programación en cuanto a la calidad de los grupos, como también en el mestizaje musical "en un mundo sin fronteras", apunta a noticiascyl.com Mario Correia.
El futuro del festival está "más que garantizado", según Correia, por el acuerdo de colaboración firmado entre Sons da Terra y la Fundación Inatel, con la participación también de la Câmara Municipal, en la búsqueda de realizar un festival "de referencia" en cuanto a la música celta y "abrir el campo a la multiplicidad de cultural mundiales, con especial enfoque al folk de Castilla y León, y en la preseverancia de la cultura tradicional de las Tierras de Miranda".
Además, la afluencia de público en las respectivas sesiones y conciertos fue más que interesante, superando cifras de años anteriores. A destacar de este público, "la juventud" que acudió a escuchar las músicas llegadas de diferentes partes del mundo. Un público joven abierto a nuevas experiencias musicales, imagen del mundo en que vivimos.
Los conciertos: Palco Inatel viernes 2 de agosto
Daniel Loddo y La Talvera, llegados de Occitânia -Francia- fueron los encargados de abrir la variada serie de conciertos en el Palco Inatel. Una muestra del mesitazaje musical que vive la música tradicional en estos tiempos. Nacido en el seno de la asociación Cordae/La Talvera, creada en 1979, el grupo La Talverda definió desde luego como objetivo fundamental asumir el legado tradicional occitano pero abriéndose a la creación de un repertorio musical y poético anclado en el mundo actual: Occitana, sin duda, pero siempre abierta al mundo, la música de La Talvera emerge de las raíces de la tradición pero asume los desafíos de la contemporaneidad, con fronteras geográficas y culturales muy amplias. Son canciones con ritmos alegres que cruzan culturas y estilos musicales. Una música, la de Daniel Loddo, que no se cierra a nada.
Siguió la noche con los ritmos, puramente castellanos, de Paco Díez y La Bazanca. Es la esencia, con la utilización de instrumentos heredados de la tradición musical ibérica que, permiten disfrutar de una personalidad propia.
Cerró la primera jornada la buena música, el ritmo, la puesta en escena y la alegría de los vascos Kolme Katu. El recinto ferial tuvo un cierre que engatusó a los espectadores que, más bien eran parte activa del concierto. Uuna propuesta de base folk que incorpora una gran variedad de sonidos, desde las melodías del tango a las músicas mediterráneas, pasando por el folklore irlandés, fandangos vascos… Se trata de una amalgama arriesgada, sin duda, pero que encaja adecuadamente en la propuesta construida por la importante base percusiva de Iñaki Alarcia y por las armonías de guitarra de Pablo Bueno en ligazón perfecta con las tan potentes como diferenciadas líneas melódicas interpretadas por el violín de Xabi Martínez y por la gaita, zanfona, alboka y flautas de Gorka Bravo. A ellos se suma la puesta en escena con dos danzarines que interpretan a la perfección la 'euskal dantzak'.
Los conciertos: Palco Inatel sábado 3 de agosto
Gran broche final al 20 aniversario con tres conciertos llenos de magia, fuerza, interacción y satisfacción por parte de los cientos de asistentes al Intercéltico llegados de tierras lejas, tanto de Portugal como de España. El primer concierto fue el cúlmen, la máxima expresión del toque de gaita. Fue el maestro acallando las voces de sus alumnos. Fue el vértido astur en las embrujadas manos de Xuacu Amieva. El Profesor. Una de las figuras más prestigiosas y reconocidas en el contexto de la música tradicional asturiana, con una larga trayectoria como gaitero, profesor de gaiteros y multinstrumentista en diversas formaciones folk. Con el grupo Dobra, Amieva concretiza un proyecto que da más protagonismo a instrumentos tradicionales asturianos, como la bandurria, la zanfona, la trompa y la xipla, demostrando las posibilidades musicales de esos mismos instrumentos, hasta ahora de un modo general relegados a un plano secundario. La excelencia del folk asturiano fue puesto en escena por un elevado nivel cultural y performativo de un grupo que es ya una referencia incontestable, liderado por el virtuoso gaitero y multiintrumentista Xuacu Amieva, quienes, de paso, presentaron su último disco, 'Carombu'.
En mitad de la noche llegaron los nuevos sonidos de la música castellana, por decir algo, porque la música que hace Carlos Soto y su Castijazz, que es como decir Folk Quintet, son ritmos de Castilla, pero también de otras culturales y otros tiempos que pasaron y dejaron su huella en las tierras ocres castellanas. Porque Castijazz viven, de hecho, en la tierra de todas las músicas, con los oídos siempre dispuestos a escuchar, con los cuerpos hábidos de ritmos y las mentes de la memoria permanentemente inquitas, sin olvidarse del pasado encuanto continúan construyendo el futuro. Así lo demuestran en ‘Tierra de Nadie’ su último álbum grabado en 2018-. Asumen una frontera móvil en el territorio ibérico, que va desde Asturias hasta Al-Andalus, en un amplio espacio habitado por distintas gentes que, en su esencia, son las mismas cantando las misma canciones y bailando las mismas danzas.
Carlos Soto –con Folk Quintet integrado por Carlos Aires, César Díez, Adal Pumarabin, Rubén Villadangos y María Desbordes –saben que el inmovilismo solo sirve para matar la vida de los ritmos, de las cantigas, de las danzas, de las músicas de todos en una tierra que es de todos y debe ser por todos compartida.
Y, finalmente, los escoceses -bueno una amalgama de nacionalidades que convergen en Escocia- llamada Fourth Moon. Sus actuaciones no pasan de modo alguno desapercibidas –como aconteció en el Intercéltico de Sendim- valiéndoles las más elogiosas críticas por el trabajo original de composición, saludos por su sonoridad fresca, destacando el elevado nivel de comunicación con el público. De la tranquilidad al vértigo, de la calma al ritmo embriagador, es la música de Fourth Moon: excitante, rítmica y una delicia para el oído, en tonos mayores de celebración.
Y de por medio, aunque no el Escenario Inatel, estuvieron los jóvenes de Melkisedeck llegados desde la Pampa argentina. Fueron, al modesto entender de este periodista, pero también de los cientos de aficionados al folk que disfrutaron de sus dos conciertos, la grata revelación. Estos seis jóvenes mezclan temas de su propia composición con temas en el que asumen el legado celta en la Patagonia, principalmente galés pero también de otras naciones celtas que consideran ser muy importante desde el punto de vista cultural.La constación de que para la música, como la celta, no existen fronteras y que es un estilo musical en el que confluyen muchos estilos, tantos como tradiciones tienen las sociedades repartidas por el vasto órbe, donde no existen las fronteras ni las uniformidades musicales.
Como exploica Carlos Soto, "La Tierra de Nadie es la tierra de todas. De todas las músicas, de los oídos dispuestos a descubrir y de las mentes de memoria inquieta que no olvidan su pasado mientras construyen su futuro, porque la tierra no es de nadie y la música tampoco lo es, ay!
GALERÍA FOTOGRÁFICA LUIS FALCÃO
VIERNES, 2 DE AGOSTO
SÁBADO, 3 DE AGOSTO