La música, como cualquier otra creación artística, no tiene fronteras. Más bien es un compendio de sones que se han ido transmitiendo de generación en generación y que conlleva un mestizaje que la hace universal. Porque la música no es patrimonio de ningún país, de ninguna tribu, de ninguna raza, de ninguna generación. Pertenece a todos los que la aman, practican y disfrutan.
Ese es el sentido del Festival Sete Sóis Sete Luas / Siete Soles Siete Lunas que recorre todo el Mediterráneo impregnando a las ciudades y municipios participantes en este festival de sones que llegan mezclados de los diversos países que lo integran y, sobre todo, de los artistas que le dan identidad propia fundida con las de los demás compañeros produciendo música mestiza de mucho valor, tanto interpretativo como cultural.
Esto aconteció en esta noche ventosa y fresca de viernes en el municipio transmontano de Alfândega da Fé con el concierto ofrecido por la Orkestra Popular Sete Sóis Sete Luas, creada in facto para esta edición de 2019. Son seis músicos de países tan distantes y tan distintos como Portugal, España, Guinea Bissau, Francia, Brasil e Italia. Diferentes espíritus del Mediterráneo y del mundo lusófono se reúnen en esta orquesta: El percusionista de Brasil Roberto Mello (dirección musical), la cantante Barbara Eramo de Italia, el guitarrista andaluz Javier Blanes, el músico portugués Ricardo Coelho (gaita-de-foles y flautas) y el cantante de Guinea-Bissau Manecas Costa (voz e baixo).
Cada miembro de la orquesta aporta un tema o dos de su país de origen en el que participan todos los demás. Aunque, como las buenas bandas, también existen temas propios. Concretamente de España, el tema elegido por el guitarrista ceutí, o caballa, fue ‘La Tarara’, una de las obras cumbres para piano de Federico García Lorca, interpretada con rasgueo de flamenco a cargo de Javier Blanes y la voz femenina del grupo que llega de Italia.
Aunque la noche era fresquita, con un viento propio de estas latitudes del Sabor cuando el otoño ya avisa de su llegada, el público asistente estuvo muy participativo, palmeando muchos temas y, algún que otro grupo, también danzaban a ritmo mediterráneo, no ese tema de Joan Manuel Serrat que el ceutí explicó habían dejado en el camerino.
Además, el concierto contó con la participación, en dos temas, del Grupo de Cantares de Alfândega da Fé y de Sambade. Que se despidió con una de las canciones más emblemáticas y conocidas de las Terras de Miranda y también de Tras-os-Montes, todo un himno como ‘Galandum Galundaina’, coreado también por el público presente.
El Festival Siete Soles Siete Lunas / Sete Sóis Sete Luas conmemora 10 años de existencia en Alfândega da Fé. Llegó en 2010, momento en que el municipio se adhirió a la Red Cultural Siete Soles Siete Lunas. Una red integrada por 33 ciudades de 13 países del Mediterráneo y del mundo lusófono, cuyos objetivos se fundamentan, principalmente, en la promoción del diálogo intercultural y la divulgación de la cultura y potencialidades de los municipios y países participantes.
El Sete Sois Sete Luas hace de las artes plásticas y de la música popular contemporánea el instrumento privilegiado para la promoción turístico-cultural de los diferentes países que la integran, pero también la gastronomía y los sabores de estos lugares se cruzan en esta fiesta de la multulturalidad. De Alfândega da Fé para todo el Mundo, el chef Marco Gomes, natural de este concejo, llevó en julio, los sabores de las tierras transmontanas hasta Italia. También vendrán aromas y sabores de los varios países de esta red, intensos y ricos con sus culturas.
Nada mejor para comprender el mestizaje y el mundo sin fronteras, aunque algunos quieran regresar a la oscuridad guerrera de la Edad Media, que el carrilano se encontrara en Alfândega da Fé, en el corazón de Trás-os-Montes, con un caballa -como se les conoce a los ceutís-, Javier Blanes, y recordar épocas de juventud, de vivencias múltiples que mostraron la sociedad tal cual es, hermanada por los tiempos y, además, comprender y amar a las gentes de la otra parte de la vergonzosa valla, ay!