El turismo rural, y cuando es de calidad mejor, se ha convertido en un gran atractivo a raiz de la pandemia. Las gentes buscan paz, naturaleza y condición. Bajo estas premisas, Arribes del Duero, tanto de un lado como de otro de la Raya han pasado a ser lugar de atracción. No es para menos, un vasto territorio bañado por el río Duero que conjuga río, naturaleza exuberante, patrimonio, tradiciones y una gastronomía con productos autóctonos de primera calidad, como el vino, los quesos, los dulces, las carnes y las verduras.
Por ello, cada vez más aumenta la oferta de servicios turísticos y de ocio, como es el caso del 'Barco Arribas do Douro', con André Filipe Calvario, del 'Encontro' de Sendim, como piloto, que ofrece un paseo único y con una duración de 2,30 horas, y que muestra todos los tesoros escondidos de la naturaleza virgen de Arribes del Duero (Arribas do Douro en Portugal). Talladas por el río Duero, Arribes es el escenario de una amplia biodiversidad autóctona y hallazgos geológicos, con múltiples formas que dan rienda suelta a la imaginación, que no se ecuentran en ningún otro lugar.
Saliendo del 'cais' o pantanal del embalse de Bemposta, surca el Duero aguas arriba para encontrarse en lo alto con Fermoselle. Son laderas, en muchas ocasiones, al margen de salvajes, con los bancales que, antaño, se labraban con olivos, ciruelos, cepas o algunas verduras regadas con agua del río. Fermoselle, musa de autores y poetas como Miguel de Unamuno, cuna de personajes como Juan de La Encina que no deja indiferente a nadie. Calles, angostas y sinuosas en extremo, trepan con dificultad sobre el desnivel en el que se asientan en un entorno marcado por las impresionantes vistas del Duero que, encajonado, dibuja La Raya antes de perderse en Portugal buscando el océano. Sigue el término municipal de Pinilla de Fermoselle, que pertenece a Villar del Buey, desde donde se puede admirar el gran meandro del Duero con Picote en el lado portugués.
Fallas, picones y rapaces
En este camino surcando las mansas aguas del Duero, es para impresionarse con las fallas y picones con más de 200 metros de altura, mientras a la izquierda se deja Urrós, una freguesía de Mogadouro de senderos y arquitectura rural. Es respirar el aire puro de los enebros, acogiendo Sendim, en la ladera portuguesa, la mayor plantación de 'zimbros' de Europa. Esta freguesía de Miranda do Douro es el mapa de la música, con su Festival Intercéltico, la tradición, el vino y el aceite. Hasta llegar Picote, por debajo de la presa o 'barragem' del mismo nombre. En lo alto sobresale el Mirador de la Fraga do Poiu, desde donde se atisba la hoz del Duero cortada por inmensos cañones.
En este navegar de aguas calmas, frescura y naturaleza se puede admirar la tranquilidad del buitre leonado planeando en las alturas o sus crías en los nidos esperando la comida, sino se lanzan antes al vacío. Un ave esencial para el mantenimiento del ecosistema porque se alimenta de cadáveres. La imponente águila real acechando desde los riscos, si ayer en peligro de extinción, hoy vuelan decenas de parejas. La belleza de las cigüeñas negras, de colorido plumaje, planeando majestuosas sobre la ladera. Y el alimoche o quebrantahuesos al acecho en su agujero y, finalmente, los cormoranes y patos agitando las tranquilas aguas del embalse.
Es adentrasrse en un inmenso 'mar' de aguas serenas que zizaguean entre los acantilados como imponentes puertas que abren el horizonte... Es un viaje a la tranquilidad y la paz que también necesita la agitada vida de estos días de sobresaltos.