La Felipona vino a CyL a descubrirnos la pólvora
La Felipona ha estado de gira por Castilla y León para explicar a la militancia socialista cidiana la sandez de que primero es el “qué” y después el “quién”. Uno no deja de admirarse, a pesar de los años, de las divinas palabras que hilvanan los políticos para atontar a la parroquia.
El “qué”, ya se sabe, es la dirección ideológica que ha de tomar el PSOE para volver a ser alternativa real de gobierno: si debe de poner rumbo hacia la izquierda, tal como pregonaba Pedro Sánchez y ahora el 'pachismo', o si debe de enfilar la proa hacia la derecha para dejar sin espacio a Ciudadanos y achicarle el territorio ideológico al PP.
¿Y el “quién”? La propia Susana Díaz, por supuesto, apodada atinadamente la Felipona por algún columnista por el apoyo que le ha brindado desde el primer momento Felipe González, y también la Despeñapedros por ser la mano que meció la cuna para derribar al exsecretario general mediante el mecanismo de la dimisión de la mitad de la ejecutiva federal.
Las divinas palabras de la Felipona recuerdan en la lontananza los mensajes populistas de Donald Trump a sus seguidores de la América profunda, esas clases populares cabreadas porque no tienen empleo o sus sueldos son reducidos que lanzan escupitajos de tabaco por las esquinas y se echan a las calles con los revólveres asomándoles entre los flotadores. Porque, que me digan si no resulta paradójico que estas pobres gentes atribuladas hayan encontrado a su salvador justamente en un multimillonario, ay, que antes ni sabía de su existencia y ahora los engatusa con todo tipo de promesas.
Algo así es lo que ha venido a hacer Susana con su tournée por el territorio cidiano montaraz. Ha venido a transmitir implícitamente a los militantes el “qué”, o sea, que las bases deben conformarse con ese PSOE de siempre en el que durante años ha mandado el grupo de vividores que controla los aparatos diversos del partido. Ese PSOE del establishment que no respeta las primarias cuando el candidato que resulta elegido no le conviene. Ese PSOE, en fin, de políticos condescendientes instalados desde hace años en sus cómodas poltronas que prometen una cosa y hacen la contraria.
De esos especímenes hemos visto muchos estos dos días rodeando a Susana Díaz en Palencia, Salamanca y León. Resulta increíble que cargos socialistas que hasta hace nada mantenían entre sí odios irreconciliables caminen ahora juntos en pos del poder que destila la todopoderosa Felipona, o sea, el “quién” de Felipe González, Zapatero, la Gestora y los cientos de 'sin techo' del socialismo que ansían recuperar sus anheladas poltronas de antaño y están dispuestos a lo que haga falta para conseguirlas.
Conque, entre el “qué” y el “quién” Susana se ha dado un garbeo por aquí para descubrirnos la pólvora, ay. Ese es justamente el gran mal de PSOE, todos esos personajes que se aferran a la política como un estilo de vida. Esos dirigentes de otras épocas que solo piensan en su interés personal. De ahí no solo el cansancio de la militancia, también el de los votantes. Y de esto nadie habla. Y mucho menos la Felipona, claro.