Claves para detectar la pérdida auditiva
El oído es, como el resto de nuestros sentidos, sumamente importante. Por ello conviene cuidarlo sumamente bien para que con el paso de los años, a pesar de la pérdida normal, esta no vaya más allá y acabemos por llevarnos un susto con una sordera total.
La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) estima que hasta un 20 por ciento de la población comienza a sufrir pérdida auditiva causada por la edad a partir de los 60 años. Además, este problema, llamado presbiacusia, se va generalizando a medida que uno envejece de modo que, diez años más tarde, este problema afecta ya al 70 por ciento de la población.
Aunque es inevitable en la mayoría de los casos, según recuerda esa entidad con motivo del Día Internacional del Cuidado del Oído celebrado este viernes, 3 de marzo, existen una serie de factores de riesgo que pueden contribuir a acelerar y acentuar su aparición.
"Hay que evitar la exposición prolongada al ruido y a ruidos intensos, además de mantener unos hábitos de vida saludables, hacer ejercicio físico, en vistas a reducir el riesgo cardiovascular", ha destacado María José Lavilla, presidenta de la Comisión de Audiología de la SEORL-CCC.
Asimismo, aconseja también reducir en la medida de lo posible la ingesta de algunos fármacos cotidianos que, usados de manera continuada, pueden dañar la audición, como la 'Aspirina', el paracetamol y los antiinflamatorios no esteroideos (AINES).
Además, y para favorecer su detección precoz, han elaborado un listado con algunos signos de alerta de la pérdida auditiva en personas mayores, con el objetivo de que consulten, se diagnostiquen y adapten audífonos pronto para conseguir el doble objetivo de oír y entender la conversación.
Decálogo para detectarlo a tiempo
1. Lo primero que suelen notar es que "oyen, pero no entienden" debido a que no se suelen perder todos los sonidos a la vez. Se pierden, típicamente, los sonidos agudos, con lo cual, oyen los fonemas graves de las palabras (por ejemplo la vocal 'a') pero no oye los fonemas agudos, como la consonante 's' y otras consonantes, que además de ser agudas necesitan muy poca intensidad para su emisión.
2. La situación de no entender la conversación empeora en ambientes de ruido y cuando hablan varios interlocutores a la vez.
3. Los problemas descritos pueden coexistir con la aparición de ruidos o zumbidos en los oídos que, además de ser molestos, interfieren y dificultan aún más la audición.
4. No entienden la televisión o la ponen muy alta. Y en cuanto a a las conversaciones telefónicas, las suelen entender bien al principio, porque se lo acercan a la oreja. Lo que no escuchan es cuando suena el teléfono, sobre todo si lo tienen guardado. Lo mismo sucede con el timbre de la puerta.
5. No entienden cuando le hablan en voz baja y a menudo hacen repetir las cosas varias veces. Necesitan que se les hable más despacio para entender debido al alargamiento en el proceso temporal.
6. Tienen más dificultad en situaciones en las que hay un poco más de nivel de ruido (la campana de la cocina, el ruido de los electrodomésticos, la televisión, la calle, reuniones, en el coche, en restaurantes) y, ante la duda y la inseguridad de saber lo que han dicho los demás, no participan en la conversación.
7. No participan en reuniones familiares o de grupo. No siguen una tertulia, ni una conferencia, con lo cual dejan de hacer esas actividades.
8. De habitación a habitación, o a distancia, no responden. Si les hablan por la espalda tampoco.
9. Están más despistados y cometen errores, se sienten inseguros y pierden el interés.
10. Si el problema avanza, ya no entienden la televisión ni la radio. El problema de comunicación es más grave y ya repercute en la convivencia, habiendo incluso malentendidos y discrepancias. Todo ello genera depresión, tristeza y aislamiento social.