Alfonso Fernández Mañueco: el triunfo del aparato
La pregunta durante estos últimos días se ha repetido hasta el hartazgo: ¿Quién crees tú que ganará las primarias en el PP de Castilla y León, Mañueco o Silván? La respuesta variaba dependiendo de la propensión de cada cual. Porque en realidad contestaban a otra pregunta: ¿Quién quieres tú que gane?
La respuesta más original (y a la postre, certera) se la escuchamos a un dirigente regional de Ciudadanos: “Yo creo que pasará como con Donald Trump en Estados Unidos: no se espera que gane Mañueco, pero tengo la intuición de que acabará ganando”.
Y así ha sucedido, en efecto. El salmantino Alfonso Fernández Mañueco, alcalde de Salamanca, será el nuevo presidente del PP de Castilla y León tras imponerse por amplia mayoría al otro candidato, Antonio Silván, alcalde de León.
Ha sido una victoria contundente, con unos resultados incluso inesperados. Al tratarse de voto secreto de la militancia, se sabía que cualquiera de los dos podía ganar, pero pocos, salvo el propio Fernández Mañueco, que aseguró desde el primer momento que no tenía ninguna duda respecto a su triunfo) esperaban que la elección se resolviera en esta primera vuelta. Los más consideraban que los apoyos de uno y otro fueran similares, de modo que la solución final deberían darla los compromisarios en el congreso regional, que se celebrará el 1 de abril, o sea, en una segunda vuelta.
Para que la elección de presidente se resolviera en la primera vuelta había que cumplir tres requisitos, que, finalmente, Mañueco ha superado con holgura: ganar en al menos cinco provincias (él ha obtenido la mayoría en siete), tener más del 50% de los votos y sacar al menos un 15% por ciento de sufragios al otro candidato.
Dirigentes populares disconformes con Juan Vicente Herrera, y sobre todo con el equipo que lo rodea, confiaban en una victoria de Alfonso Fernández Mañueco por su profundo conocimiento del aparato del partido tras quince años como secretario regional del mismo.
Desde hace años, Juan Vicente Herrera se ha volcado casi en exclusiva en la gestión de la Junta, dejando el día a día del partido, casi en exclusiva asimismo, en manos de Fernández Mañueco. Este conocimiento de la realidad interna del partido es justamente el que lo ha aupado a la presidencia de manera directa. Porque Mañueco (se sabía) llevaba justamente quince años preparando este momento.
Es sorprendente por ejemplo su victoria en Burgos, territorio de Juan Vicente Herrera, y también en Valladolid, pese a que destacados dirigentes del PP vallisoletano habían proclamado públicamente su fervor por Antonio Silván. Desde luego, son resultados que dan para un análisis detenido y para extraer muchas conclusiones.
A partir de ahora se abre una nueva etapa en la política de Castilla y León. La llegada de Mañueco a la presidencia del partido conllevará notables consecuencias, que empezarán a evidenciarse en los posteriores congresos provinciales, en los que se augura renovación de equipos en aquellas provincias menos afines al que será nuevo presidente.
Y aunque se ha dicho por activa y por pasiva que durante dos años el PP de Castilla y León asumirá sin sobresaltos la tan temida bicefalia, es decir, con una persona en la presidencia del partido, Mañueco, y otra al frente de la Junta, Juan Vicente Herrera, ya veremos si el futuro no precipita los acontecimientos en una dirección distinta y, por lo que se ha venido diciendo, imprevista.
El 1 de abril Alfonso Fernández Mañueco tomará las riendas efectivas del PP de Castilla y León. Configurará entonces el que será su equipo y, en los nombres, podremos empezar a aventurar los nuevos derroteros por los que discurrirá el partido. Importantes movimientos de tierra a la vista, ay.