El teléfono de Fernández Mañueco enloquece
Veinticinco años atrás, Jesús Posada, anterior presidente del Congreso de los Diputados, parecía uno de aquellos prebostes de la escuela peripatética de la antigua Grecia. Alto, cabello claro y ligeramente acaracolado, porte distinguido, voz aristocrática, maneras suaves y tranquilas, era muy dado a las conversaciones con moraleja, o sea, a traer al diálogo anécdotas o dichos de la vida de los que podía extraerse alguna enseñanza práctica.
Durante los plenos en el histórico castillo de Fuensaldaña, le gustaba pasear con calma por el largo pasillo que circundaba el hemiciclo, la M-30, que era como se le conocía popularmente. Los muros de aquella M-30, emblemática en los inicios de la autonomía de Castilla y León, han sido testigos mudos de innumerables conversaciones políticas, unas intrascendentes y otras, sin duda, de mucha enjundia. Por allí vimos pasar a muchos ‘curuneles’, desde Aznar o José Luis Rodríguez Zapatero, hasta Narcís Serra, José Bono o Jordi Pujol, entre otros muchos.
En cierta ocasión, fumando plácidamente un enorme habano, el soriano, al que su paisano Juan José Lucas acababa de birlar la presidencia de la Junta, explicaba a su nutrido séquito de ‘alumnos’ un modo muy práctico de medir las perspectivas de poder de cada cual: el teléfono.
Según Posada, el teléfono de las personas con poder o de las que se presagia poder inminente enloquece, suena sin cesar, echa humo por los cuatro costados. Por contra, el de quien pierde el cargo enmudece súbitamente, como si se hubiera escacharrado, como si alguien le hubiera echado un mal de ojo o como si algún desaprensivo hubiera borrado su nombre de la guía telefónica, ay.
A buen seguro, el teléfono de Alfonso Fernández Mañueco, el alcalde de Salamanca, ha enloquecido estos días tras su contundente victoria frente a Antonio Silván en las primarias con los afiliados por la presidencia del PP de Castilla y León. Por lo mismo, seguramente que el de otros ha enmudecido. Y así, gracias a este inapelable termómetro, unos y otros sabrán en qué momento se hallan en lo relativo a su relación con el poder, ay.
Entre los afines al alcalde de León, Antonio Silván, es decir, entre las gentes más próximas al presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, se esperaba un gesto claro de integración de bandos por parte de Fernández Mañueco en la confección del nuevo organigrama de cargos en el PP regional. Por ejemplo, que el nuevo secretario regional fuera de León o Palencia, las dos provincias en las que la cosecha de votos de Silván fue superior.
Hoy ha trascendido que Mañueco propondrá como nuevo secretario regional al presidente de la Diputación de Segovia, Francisco Vázquez, que fue el primer cargo relevante del partido que se pronunció a su favor nada más hacerse público que se abría el proceso de primarias. Conque, las expectativas de integración del ‘sector herrerista o herreriano’ se esfuman a este nivel. Mañana, sábado, fecha en que el PP celebra su congreso regional, podremos saber hasta qué punto se hace efectiva o no dicha integración en los niveles inferiores.
A pesar de la buena voluntad y los buenos deseos que han expresado unos y otros, la situación de bicefalia es compleja. Herrera asegura que, a pesar de que Mañueco se ponga al frente del partido a partir de mañana, él seguirá como presidente de la Junta hasta 2019, tal es su compromiso con los ciudadanos de Castilla y León.
Pero las cosas no resultan tan sencillas como las pintan. Dos años en política equivalen a una eternidad. Y en un periodo tan amplio puede suceder de todo y acaso no bonito. Salvo acontecimientos imprevistos, que puede haberlos en función de los vaivenes de la política nacional, todo parece indicar que Alfonso Fernández Mañueco será el próximo candidato del PP a la presidencia de la Junta de Castilla y León.
En consecuencia, una hipotética marcha anticipada de Herrera de la presidencia de la Junta, desbrozaría mucho el camino a Mañueco y al PP en la carrera electoral de las autonómicas de 2019. Sin Herrera, Mañueco podría ser presidente de la Junta anticipadamente y aprovechar el tirón del cargo para recolectar más votos en 2019.
Mañana desembarca en Valladolid toda la cúpula del PP nacional: Rajoy, Soraya, Cospedal, Maíllo… Llegarán para bendecir públicamente al nuevo líder del partido. Una presencia tan pesada y desacostumbrada, sin duda, que abruma.
Los tiempos en política, como en la vida, son fundamentales. Los grandes políticos suelen ser aquellos que mejor administran los tiempos. Todos saben en el PP de Castilla y León que ahora es el tiempo del partido: el tiempo del congreso regional, y unos días después, el tiempo de los congresos provinciales.
Pero luego, tras el verano, les guste o no, llegará el tiempo de la carrera por la presidencia de la Junta. Y nos tememos que entonces el camino presente puede dejar de ser camino de rosas para convertirse en camino de cabras, ay.
Y la pregunta del poeta flota en el aire: ¿Adónde el camino irá?