El ‘Maracanazo’ de Zorrilla
Es un símil futbolístico que no gustará a los más puristas, pero el ‘Maracanazo’ hace tiempo que trascendió a lo acontecido en 1950 entre Brasil y Uruguay para convertirse en una metáfora de los grandes chascos deportivos, de las desilusiones de locales y organizadores en las citas emblemáticas, que ven como el foráneo les arrebata la alegría ante su público.
El estadio José Zorrilla de Valladolid ya se convirtió en 2016 en una referencia para el rugby nacional, con un histórico lleno y 26.000 personas vibrando con el duelo entre el VRAC y El Salvador. Pero en aquella ocasión no había visitantes, todo quedaba en casa y aunque el drama aún lo guarda en su interior el Quesos, la alegría también se quedó a orillas del Pisuerga.
Sin embargo, en este 2017 el escenario volvía a ser el mismo, pero la película no tenía nada que ver. De hecho, pese a jugar ‘en casa’ (aunque su feudo habitual es Pepe Rojo), El Salvador actuaba como visitante ante la Santboiana.
Lo que ocurrió en la grada fue también reflejo de la energía sobre el césped. Los aficionados de la Santboiana, notablemente inferiores en número a los del chami, se hicieron notar desde antes del partido. En la presentación de los equipos pitaron el himno de España aunque la hinchada local respondió coreando y eclipsando los pitidos.
Se lo hizo Uruguay a Brasil en Maracaná en 1950, el Deportivo al Real Madrid en el Bernabeu en 2002, el Madrid de Laso al Barcelona en el Sant Jordi en 2012 y así en infinidad de ocasiones a lo largo de los años y en todas las disciplinas. El último ejemplo de los grandes chascos locales lo ha padecido este 30 de abril en Zorrilla El Salvador, que buscará ya cerrar las heridas, pelear por el título de Liga y resarcirse.