La Cumbre Ibérica de Vila Real: ¡Bienvenido, Mr. Rajoy!
La ciudad portuguesa de Vila Real, amigo Mario, acoge a partir de mañana la 29 Cumbre Ibérica, que reunirá durante dos días a delegaciones al más alto nivel de los gobiernos español y portugués para tratar sobre asuntos de interés para ambos países.
Un viaje en barco por el río Duero, desde Vega Terrón, en Salamanca, hasta las proximidades de Regua, en Portugal, al que asistirá el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, y el primero ministro portugués, Antonio Costa, constituirá el pistoletazo de salida de la Cumbre.
Por lo general, este tipo de reuniones bilaterales al más alto nivel generan mucho ruido mediático y un amplio despliegue de autoridades, pero sus resultados suelen ser exiguos. En el caso de esta 29 Cumbre, el malestar llega sobre todo desde Portugal, ya que los presidentes de las cámaras municipales fronterizas ni siquiera han sido invitados a la misma.
Es como aquel famoso lema del Despotismo ilustrado del siglo XVIII: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. O sea, como en esta 29 Cumbre: Todo por la cooperación transfronteriza, pero sin las autoridades de las ciudades y pueblos fronterizos, ay.
Desde Portugal, presidentes de cámaras municipales de la Beira Norte y Tras-os-Montes denuncian que en este tipo de Cumbres se tomen decisiones sin contar con ellos, y que el dinero que llega de Bruselas para cooperación transfronteriza se destine a proyectos que se hallan a muchos kilómetros de la frontera. Y no les falta razón.
En lo que a Castilla y León respecta, poco o nada es lo que se está escuchando sobre esta 29 Cumbre. Pareciera como que para el gobierno de la Junta Portugal no existe. Castilla y León se ha instalado mayormente al rebufo de lo que hace el gobierno gallego, que ha sido el gran beneficiado en los últimos años de las inversiones transfronterizas, muy en sintonía con lo que representa el eje Porto y Norte de Portugal.
Apenas se ha hecho nada en el eje horizontal, es decir, cooperación con la Beira Norte y Tras-os-Montes. Al menos esto es lo que piensan algunas autoridades locales portuguesas, que pedirán a Castilla y León, a través de la Comisión de Coordinación de la Región Norte, que defina una estrategia común de cooperación, actualmente inexistente.
A falta de esa política común, las provincias fronterizas, es decir, Salamanca y Zamora, y León en menor medida, han hecho lo que han podido.
Años atrás, la ciudad lusa de Viseu, distante poco más de dos horas de Salamanca, tenía un peso especial en las relaciones transfronterizas, lo cual benefició sobre todo a Salamanca, el eje IP5 y su conexión con lo que hoy es la Autovía de Castilla. Y todo por las especiales relaciones con Viseu del que fuera presidente de la República portuguesa, Aníbal Cavaco Silva. “Cavakistán” llamaban algunos jocosamente a Viseu.
Desaparecida la influencia de Cavaco, algunas ciudades de Tras-os-Montes, con Braganza a la cabeza, de acuerdo con el entonces presidente de la Diputación de Zamora, Fernando Martínez-Maíllo, y la entonces alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, trataron de reeditar la fórmula Viseu en el noroeste, la conexión Braganza-Zamora, aunque con no demasiado éxito, a través de entidades de cooperación transfronteriza de nuevo cuño como Zasnet.
La Diputación de Salamanca, por su parte, hizo algo parecido con el organismo Binsal para la cooperación transfronteriza con cámaras municipales de la Beira y Serra da Estrela, también con discretos logros.
Pero lo que se necesita es una estrategia común liderada por la Junta de Castilla y León. Estrategia que contemple medidas de diversa índole para favorecer el desarrollo de la franja fronteriza: la conclusión de la autovía desde Zamora hasta Alcañices, las carreteras entre Braganza y Sanabria por Rihonor de Castilla, hoy calamitosas, la plataforma logística de Torneros en León, la homologación de títulos de doctorado entre las universidades hispano-lusas, y un largo etcétera.
Por lo que se prevé, la 29 Cumbre Ibérica pasará de puntillas sobre todos estos asuntos, pero, nos tememos, dejará pocas nueces.
Lo de llevar a Rajoy de excursión fluvial por el Duero es un bonito gesto, pero la publicidad del Duero navegable beneficiará sobre todo a los portugueses, que son quienes han sabido sacarle partido económico. La empresa Douro Azul transporta cada año a más de 100.000 turistas desde Oporto hasta Barca d’Alva y Vega Terrón, un periplo de 3-4 días que incluye visitas turísticas a las principales localidades ribereñas y el conocimiento del denominado “Douro vinhateiro”.
Desde España poco o nada es lo que se ha hecho, Mario. En Vega Terrón, un restaurante sin apenas público. Doscientos metros más allá, en Barca d’Alva, los barcos van y vienes con las panzas llenas de turistas de alto poder adquisitivo. Y eso que siempre se dijo que Vega Terrón era el único puerto de Castilla y León.
Y es cierto, lo es, pero un puerto marchito del que apenas han oído hablar en Valladolid. Un puerto sin barcos, sin infraestructuras, sin apenas nada, tan solo viñedos y olivos en las laderas de Valicobo dejados de la mano de Dios, ay. Conque, ¡bienvenido, Mr. Rajoy!