Diez orejas y un rabo en el Festival de Rioseco
Un festival por todo lo alto el que organizó Julián Alonso en el día de San Juan, en colaboración con el consistorio riosecano. Un festejo triunfal gracias a la disposición de los toreros actuantes y al excelente juego del ganado lidiado, donde destacó el utrero de Garcigrande que cerraba festejo estoqueado por el novillero Marcos Pérez, nieto precisamente del ganadero titular de este hierro: Domingo Hernández. El novillero tuvo el gesto de brindar la muerte del novillo a Roberto Domínguez que se encontraba en el tendido junto al ganadero charro Juan Ignacio Pérez Tabernero.
El novillo, un precioso castaño, más terciado que el conjunto del encierro, fue premiado con la vuelta al ruedo tras una intensa lidia donde ofreció una bravura inusitada. Hizo pelea en el caballo y embistió por ambos pitones a un novillero hambriento de triunfos. Marcos Pérez, apoderado por el matador de toros vallisoletano Leandro, mostró sus ganas de triunfar y, aunque a veces le faltó algo de reposo, estuvo a la altura del utrero y manejó la situación con desparpajo, toreando con ambas manos en varias tandas y epilogando con un toreo accesorio de mucha enjundia. La estocada perfecta le permitió pasear los máximos trofeos. Antes hubo una cerrada ovación para el novillo cuando las mulillas daban la vuelta al ruedo.
El resto de los novillos de a pie fueron de Valdeterrazo, el antiguo hierro de los Molero recuperado por el maestro Roberto Domínguez cuya procedencia es Daniel Ruiz (puro Jandilla). Todos fueron aplaudidos en el arrastre en mayor o menor medida.
Miguel Abellán sorteó un utrero colorado con arrobas con el que se sintió muy a gusto y lo toreó muy despacio, sobre todo con la derecha. Fueron dos o tres tandas de largura inacabable. Con la zurda el novillo protestó y ya Abellán hizo todo con la diestra hasta que el animal duró, que no fue mucho. Un metisaca tras un pinchazo, más un golpe de verduguillo no fue óbice para que el público sacara sus pañuelos pidiendo con insistencia las dos orejas.
Manuel Escribano se lució con dos largas ante el fuerte utrero de salida y luego en un quite muy adornado. Brilló con los rehiletes de poder a poder y estuvo aseado con la muleta hasta que el animal se orientó hacia los tableros y pidió la muerte. Con media bastó y el sevillano paseó las dos orejas que el respetable pidió con exigencia.
César Manrique, matador de toros de Medina de Rioseco, hace tiempo que no se viste de luces, aunque sí se ciñe el traje corto con frecuencia y hace mucho campo. Pero no se le notó nada en absoluto; estuvo por encima del bravo castaño, dominando la situación en cada momento y luciendo al animal cuando quiso y como quiso, exprimiendo al máximo al noble utrero. Es decir, se hartó de torear por ambos pitones y lo hizo a lo clásico. No era para menos, por la clase del animal y porque César había brindado a su madre que está postrada en silla de ruedas. Una estocada entera tras pinchar y dos orejas al esportón que paseó sonriente ante los aplausos de sus paisanos.
David Mora brindó el colorado novillo a Abellán (luego leímos en las redes sociales que fue por sus 19 años de alternativa)-como pasa el tiempo, si parece que fue ayer cuando competía con El Juli en el escalafón de novilleros-.Lo cierto es que el madrileño estuvo con su elegancia innata ante un excelente utrero que le permitió exhibir sus dotes de buen lidiador. Faenas breves y con ambas manos toreando con mucho gusto. Estocada tras pinchar y dos orejas que recibió David Mora del alguacilillo.
Abrió plaza el rejoneador Pérez Langa con un novillo de Agustinez que dio buen juego ante las cabalgaduras del maño. Destacamos un par de banderillas a dos manos que fueron de espectacular ejecución. Buena y amplia cuadra lució Pérez Langa con una excelente doma. Lástima que se atascara con el rejón de muerte. Fue ovacionado.
La temperatura muy agradable, pero la plaza registró menos de media entrada. Asistencia de público que fue insuficiente y deja un regusto de boca amargo por el esfuerzo que han hecho los organizadores. La banda municipal de música amenizó el festejo. Entre los aficionados distinguimos en una barrera al novillero iscariense Darío Domínguez junto a su padre. Y nosotros compartimos palco con mi amigo Chuchi Martínez, su esposa Marta y sus dos preciosas niñas, además del magistrado salmantino Paco Salinero que estuvo acompañado por su esposa.
Tras finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio por la reciente muerte de Iván Fandiño y del veterano maestro Gregorio Sánchez. Por cierto que en la cuadrilla de César Manrique figuraba el picador vallisoletano Rafa Agudo, que llevaba 12 años en las filas del diestro Iván Fandiño.