Alba de Tormes: ‘hambre’ por volver a ver a Santa Teresa
Teresa de Alba; Alba de Teresa. Este quiasmo o retruécano, no sé, que uno escuchó hace mucho tiempo al ilustre periodista albense Jesús Corredera, define a la perfección la comunión tan especial que existe entre las gentes de Alba de Tormes y su Santa.
Corredera, quien fue pregonero hace algunos años de las fiestas de Alba de Tormes (pregonero de excepción, sin duda), lo reflejó en uno de los mejores libros que acaso se han escrito sobre esta singular simbiosis y que lleva precisamente el revelador título de Alba de Teresa.
A mayores, la relación de Corredera con sus paisanos se renueva cada año en la segunda salida de clausura, es decir, el 15 de octubre, festividad de Santa Teresa, cuando, además de la imagen de la Santa, la procesión por las calles de la Villa se acompaña de su brazo incorrupto, esa reliquia insigne que, junto al sepulcro de la Santa, atrae cada año a Alba de Tormes a miles de devotos de todo el mundo.
‘Hambre’ de volver a ver la imagen de Santa Teresa fue lo que percibimos esta mañana entre el gentío que se arremolinaba en la plaza del mismo nombre esperando su salida del monasterio de Carmelitas (“como nunca”, eran los comentarios), donde una docena de monjas de la orden carmelitana la custodian durante todo el año, para su traslado a la paredaña iglesia de la Anunciación, donde se halla su sepulcro y donde podrá ser contemplada hasta el próximo domingo, día 27.
El acto comenzó con la llegada al monasterio de varios sacerdotes y del alcalde de Alba de Tormes, Jesús Blázquez Gómez, encargado de colocar a la Santa el bastón de mando, un hecho que se repite todos los años desde que ésta fuera nombrada en 1963 alcaldesa honorífica de la Villa.
“Hacía que no la veíamos desde octubre, que es mucho tiempo, y teníamos ganas ya de volver a verla”, comenta una señora que aguarda pacientemente la salida aprovechando la sombra raquítica de una pared.
“Además del significado religioso que tiene para los albenses, es que es una cara guapísima la que representa la talla”, nos apunta al oído nuestro amigo Juanes, reputado fotógrafo taurino, y también albense. Y podemos dar fe de esa belleza del rostro que destaca. “Aunque sabemos que se trata de una simple madera y unas ropas, una vez que entré en el convento y la vi desmantelada, me eché a llorar como un magdaleno”, confiesa.
La espontánea confidencia de Juanes ejemplifica el ambiente que se respiraba en la plaza. Emoción expectante ante la salida de la imagen de la Santa, que se vació luego en fuertes aplausos, aclamaciones y lágrimas. Alba de Teresa, ay.
La “salida de clausura” conlleva también una intensa procesión por el centro de la villa, en cuyas calles aguardaban albenses, devotos llegados a Alba de Tormes para la ocasión, turistas y curiosos. Y, finalmente, la entrada de la imagen en la iglesia de la Anunciación, también abarrotada de fieles, donde se celebró la Eucaristía con motivo de la festividad de la Transverberación.
Las fiestas de la Transverberación recuerdan uno de los principales hechos místicos experimentados por Santa Teresa de Jesús a lo largo de su vida, narrado por la propia religiosa en una de sus obras, el Libro de la Vida.
La transverberación habría tenido lugar en el año 1560. Según los propios escritos de la Santa, en el transcurso de una intensa oración, sintió cómo su corazón era traspasado por un "dardo divino" clavado por un ángel.
Santa Teresa de Jesús fue beatificada en Roma el día 24 de abril de 1614, por el Papa Pablo V. Su muerte y entierro en Alba de Tormes han hecho que desde entonces la Villa albense se haya convertido en uno de los lugares de peregrinación más importantes de la Cristiandad.
Tras el acto religioso, los albenses se preparan para tres intensos días festivos. Expectación esta tarde-noche ante el concurso de recortes, que congregará en Alba de Tormes a las principales figuras regionales de esta especialidad, que causa furor entre los aficionados.
Y, además, el resto del apretado e intenso programa festivo.